La nanotecnología será la mayor revolución de la nefrología este siglo

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M.M.L.


LUGO. En el campo de la nefrología, la nanotecnología tendrá un impacto similar al que tuvo la máquina de vapor, la electricidad o la informática para la humanidad. Así de categórica se mostró la presidenta de la Sociedad Española de Nefrología, Dolores del Pino y Pino en la clausura del congreso de la Sociedad Gallega de Nefrología que se celebró en la Diputación Provincial. La nanotecnología significa, por ejemplo, la posibilidad de disponer de riñones artificiales implantables que van a hacer innecesaria la diálisis o los transplantes. No es ciencia-ficción, indicó la doctora, es un desarrollo en el que está trabajando ahora mismo la Universidad de California y que será realidad «en una o dos décadas», indicó. Se trata de un microchip implantable formado por un filtro de silicio con células renales.


Hay otros dispositivos que también cambiarán en un futuro cada vez más cercano la vida de los enfermos renales crónicos, como el riñón artificial portátil o máquina de diálisis en miniatura, que supone la posibilidad de hacer hemodiálisis 24 horas, 365 días y que está en fase de aprobación por la Agencia del Medicamento estadounidense, explicó la doctora del Pino.


Estas innovaciones van a cambiar totalmente los servicios de Nefrología tal y como se conocen, ya que ayudarán a reducir costes y a usar menos medicamentos. También en el campo del diagnóstico se esperan ingenios revolucionarios, como una nariz electrónica, un dispositivo que ayudará a determinar si una persona está sana o padece alguna enfermedad renal mediante el análisis de los 40 componentes orgánicos del aliento del paciente.


Todos ellos son avances esperanzadores para acotar una enfermedad que se ha convertido «en la causa de muerte prematura que más ha aumentado», explicó la presidenta de la SEN. En España, señaló la doctora del Pino, en los últimos seis años «una de cada siete personas padece algún grado de enfermedad renal crónica», mientras que a nivel mundial la tasa se sitúa en una de cada diez personas.

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