La nueva realidad y la medición de temperaturas en tiempos de pandemia

El termómetro es un instrumento que todos hemos usado alguna vez en casa. Los que somos padres, es muy probable que lo hayamos hecho para cerciorarnos de que nuestros vástagos no tenían fiebre en caso de haber presentado síntomas de malestar o alta temperatura corporal. Proceso este que también hemos seguido con nosotros mismos o nuestras parejas. Los que ya tienen cierta edad, recordarán el uso del tradicional termómetro de mercurio. Mientras que los más jóvenes solo conocen los termómetros digitales.

El termómetro como instrumento de medición de la temperatura tiene un origen mucho más antiguo de lo que podríamos pensar. Aunque los antiguos griegos, tras descubrir que el aire se dilata con el calor, ya fueran capaces de experimentar con algún predecesor de lo que podríamos considerar como un instrumento similar a un termómetro, tendríamos que dejar pasar más de mil años para que científicos de relumbrón como Galileo Galilei comenzaran a experimentar al respecto. Aunque el invento del termómetro de mercurio es atribuido al físico alemán Fahrenheit en el siglo XVIII, ya que fue él el encargado de mejorar anteriores proyectos y crear un tubo con mercurio en su interior y una escala de grados que permitiera una correcta y ajustada medición de la temperatura.

Medir la temperatura se ha hecho indispensable en tiempos de Covid 19
Conforme el mundo entero asistía entre el miedo y la consternación a la propagación del coronavirus, se hizo necesaria la instalación y uso de dispositivos de medición de la temperatura corporal en un intento de controlar y evitar el acceso de posibles infectados a lugares públicos en los que podían propagar la enfermedad. Y, por razones de practicidad, han sido los llamados escáneres térmicos y los termómetros infrarrojos los instrumentos llamados a ser usados de manera masiva en todo el mundo desde que las primeras medidas de control de la pandemia se pusieran en práctica a nivel global.

Además del uso de la mascarilla, el distanciamiento social o la continua higiene de manos, todos nos hemos habituado a que alguien nos tome la temperatura corporal y esta se encuentre por debajo de los 37 grados y pico como condición sine qua non antes de, por ejemplo, poder acceder a comprar en un supermercado, comenzar nuestra jornada laboral en una oficina o una fábrica, o poder transitar por un aeropuerto y coger un vuelo. Tomar la temperatura a grandes cantidades de personas en cualquier lugar público se ha hecho indispensable en la lucha por mantener el control de la pandemia.

Y ello se está llevando a cabo con la inestimable ayuda de dos tipos de instrumentos de medición: los termómetros infrarrojos y los escáneres térmicos. Los primeros permiten medir la temperatura de manera individualizada y muy precisa a cada uno de nosotros para poder acceder a un supermercado, una tienda de ropa o un edifico público, entre otros. Mientras que los segundos, son más costosos económicamente y sus resultados son más imprecisos, aunque pueden ser de gran utilidad a la hora de controlar a simple “vista de pájaro” la temperatura de un gran número de personas en movimiento, por ejemplo, al transitar por una terminal de aeropuerto. El uso de un escáner térmico se antoja, además, ideal para realizar mediciones de temperatura sin contacto alguno.

La tecnología usada por un escáner térmico consiste, básicamente, en el uso de lentes infrarrojas que son capaces de elaborar un “heatmap” o mapa del calor que transmite una persona, pudiendo así identificar a un individuo con fiebre corporal y potencial portador del coronavirus. Si además de ello, esa persona presentara otros síntomas como fatiga, tos o dificultad al respirar, se denegaría el tránsito imponiéndose las correspondientes medidas de confinamiento o cuarentena que sean aplicables en ese momento para dicho país o región.

Aun siendo su uso en este contexto de gran utilidad en el esfuerzo colectivo de control de la pandemia, no debemos olvidar que la gran mayoría de personas infectadas de coronavirus presentan síntomas solo 5 días después de haber contraído el virus. Esto es, la medición de temperatura no es de por sí garantía de poder identificar a todos aquellos que lo hayan contraído.

¿Es medir la temperatura realmente útil y fiable en el esfuerzo antivirus? 
Aunque la medición de nuestra temperatura forme parte de nuestra rutina habitual en tiempos de pandemia y nos hayamos habituado a ella antes de entrar al lugar de trabajo, al centro comercial o al banco, lo cierto es que han sido varios los avisos de prestigiosas publicaciones científicas al respecto de la verdadera utilidad de esta medida en la lucha contra la propagación de la Covid 19. Así, la revista Science – toda una referencia mundial en el campo de la divulgación científica – advertía en un reciente artículo de que el uso de termómetros infrarrojos sin contacto o de escáneres térmicos pueden con frecuencia dar falsos resultados en un sentido u otro, es decir, falsos positivos y falsos negativos. Ello es debido a que estos dispositivos realizan en realidad una medición de la temperatura de la piel y no de la temperatura corporal central. Y es esta última la que debe siempre usarse como elemento métrico clave y fiable a la hora de detectar fiebre en una persona.

Podríamos entonces preguntarnos si merece realmente la pena este empeño colectivo en la lucha contra la pandemia mediante el uso masivo de termómetros. Aun siendo cierto que no todos los infectados con Covid-19 desarrollan fiebre corporal, es asimismo indudable que la fiebre sigue siendo uno de los síntomas más comunes asociados al virus y uno de los síntomas que pueden además medirse de manera objetiva. Y así lo confirman diversos estudios a nivel europeo que indican que en torno al 50% de los casos confirmados de coronavirus habían presentado procesos de fiebre. Es decir, aún no siendo un instrumento de total fiabilidad a efectos de identificación de contagiados, sigue siendo útil en este esfuerzo común y debemos habituarnos a que continúen tomándonos la temperatura en lugares públicos. Otra realidad indisoluble a esta nueva realidad que nos ha tocado vivir a todos.

Comentarios