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El origen extraterrestre de la vida

Una de las grandes preguntas que la ciencia se ha hecho siempre es la que se refiere al origen de la vida en la Tierra; concretamente, cómo surgió.
El origen extraterrestre.

SIN EMBARGO, este es uno de esos casos en los que el cómo es tan importante como el dónde. O puede que incluso más, ya que aquí las posibilidades se reducen básicamente a dos hipótesis: o bien la vida nació de forma independiente en algún lugar del planeta o bien provino del espacio. En cuanto a la primera posibilidad, denominada abiogénesis —es decir, la aparición de vida a partir de materia inerte— son muchas las subhipótesis que actualmente maneja la comunidad científica y a ellas dedicaremos en su momento el correspondiente artículo. Pero la que nos interesa ahora es la segunda teoría, denominada panspermia —o lo que es lo mismo, todas las semillas—, que defiende que la vida pudo llegar a la Tierra hace mucho tiempo en algún meteorito.

Esta es una hipótesis que, a diferencia de la primera, no explica el origen mismo de la vida. Sencillamente, desplaza la aparición de ésta a otro lugar fuera de nuestro planeta, dejando pendiente la cuestión fundamental. Sin embargo, en este momento nos interesa recurrir a ella debido a la fuerza que recientemente ha cobrado una de las dos opciones en las que se divide esta tesis: la primera es que la vida pudo llegar a la Tierra en un nivel celular completo y perfectamente estructurado —estaríamos hablando, por ejemplo, de microorganismos que soportasen las condiciones más extremas, de tal forma que fuesen capaces de sobrevivir en su viaje sobre un asteroide a través del espacio desde donde sea y cuando sea—; la segunda opción es que la vida pudo llegar hasta nuestro planeta en un nivel inferior de desarrollo, no lo bastante estructurada como para hablar de células, sino únicamente de moléculas.

En otras palabras: lo que habría aterrizado en la Tierra serían las piezas, los elementos necesarios para engendrar vida, pero estos habrían terminado de ensamblarse aquí. Y esta es la posibilidad que últimamente ha vuelto a despertar la atención de los científicos, especialmente tras un estudio publicado hace algunas semanas en PNAS Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) es la revista científica oficial que publica semanalmente la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, y en el estudio publicado varios investigadores de la Nasa y otros centros especializados explican que han encontrado azúcares esenciales en el polvo de dos meteoritos —llamados NWA 801 y Murchison— gracias a la cromatografía de gases acoplada a la espectrometría de masas.

Los investigadores han hallado una de esas piezas elementales para la aparición de la vida

El hallazgo de azúcares provenientes del espacio es en sí un hito de gran relevancia, ya que hasta el momento se habían encontrado aminoácidos en los restos de meteoritos, pero nunca azúcares. Sin embargo, la importancia del descubrimiento es todavía mayor, ya que, en concreto, además de otros azúcares como arabinosa y xilosa, los científicos han encontrado ribosa, que es uno de los elementos fundamentales del ácido ribonucleico (ARN), responsable de la transmisión de la información que porta el ADN durante la síntesis de proteínas, entre otras cosas. Es decir, los investigadores han hallado una de esas piezas elementales para la aparición de la vida a las que nos referíamos.

La conclusión es evidente: si ha sucedido ahora, significa que pudo haber sucedido con anterioridad. Este hallazgo de azúcares extraterrestres esenciales para la vida hace que cobre fuerza la teoría de que el origen de ésta pudo haber estado fuera del planeta. O dicho de otro modo: la vida en la Tierra pudo no haber surgido aquí, sino haber llegado desde algún otro lugar del espacio. Y una de las hipótesis más plausibles al respecto es la que se refiere a la existencia de un posible bombardeo cósmico de meteoroides primitivos, una lluvia de fragmentos de otros cuerpos celestes que tuvo lugar hace miles de millones de años y en la que pudieron llegar a nuestro planeta esos azúcares esenciales a partir de los cuales se formó la vida aquí, en un nivel cada vez más complejo.

"El azúcar extraterrestre podría haber contribuido a la formación de ARN en la Tierra prebiótica, que posiblemente condujo al origen de la vida", explica Yoshihiro Furukawa, responsable del estudio y autor principal del mismo. En realidad, la cantidad de ribosa que los investigadores han hallado en los dos meteoritos es minúscula —11 partes por mil millones en NWA 801 y 180 partes por mil millones en Murchison—, pero es suficiente. Basta con saber que se trata de una posibilidad real, ya que hasta ahora nos movíamos en el terreno de las conjeturas.

Como es lógico, el hallazgo no da el debate por zanjado. Ni mucho menos. El destacado biólogo Stuart Kauffman lo ha expresado con claridad en alguna ocasión: "Cualquiera que diga que sabe cómo empezó la vida en la Tierra hace tres mil millones de años es un tonto o un farsante". Sin embargo, puede que ahora estemos un poquito más cerca de averiguarlo. Algo es algo. Cést la vie.

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