¿Por qué cada vez más estudiantes pagan para que alguien les haga el TFG?

Ordenador. EP
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El TFG o Trabajo fin de Grado es un proyecto académico obligatorio que se materializa en un documento de una extensión considerable y que requiere un buen esfuerzo por parte de su autor.
La idea es que el estudiante plasme en este documento todo lo aprendido durante sus estudios de grado, construyendo con este conocimiento un trabajo coherente y con aspiraciones holísticas que aúne, en un todo, las diferentes aplicaciones de cada materia estudiada a lo largo de la carrera. 

Este proyecto, que visto desde fuera tiene bastante interés, para muchos estudiantes carece de atractivo, ya que cada vez son más los dispuestos a pagar el precio del TFG a diferentes empresas o profesionales que se ofrecen a elaborar estos trabajos.

Más allá del miedo al esfuerzo que conlleva la realización de un trabajo de esta envergadura, parece que las motivaciones de los estudiantes para delegar esta responsabilidad están en parte justificadas.
Según los expertos del equipo de HazMiTrabajo muchos estudiantes afrontan este trabajo con una información a todas luces insuficiente. Nos comentan que es habitual que los estudiantes solo cuenten con unas pequeñas instrucciones sobre cómo hacer un trabajo académico de donde deben extraer conocimientos tan complicados como:

  • Cómo plantear un trabajo académico.
  • Cómo elaborar un marco teórico que lleve a un planteamiento metodológico coherente.
  • Cómo citar correctamente las fuentes consultadas.
  • Cómo expresarse en un trabajo en el que la opinión no suele tener mucho lugar, pues todo debe basarse en aspectos objetivos.

Todo esto, que puede parecer obvio para alguien con experiencia en la redacción de trabajos, es difícil de asimilar para estudiantes que, en ocasiones, afrontan su primer trabajo de este tipo, si no han tenido la suerte de tener una asignatura previa en la que se les haya explicado las bases del método científico.

Para complicar más las cosas, a veces, los estudiantes ni si quiera cuentan con una sesión de orientación en el aula, sino que se tienen que conformar con un par de hojas con instrucciones esquemáticas que quedan lejos de expresar el nivel de exigencia que luego se va a aplicar a en la corrección de un trabajo como el TFG.

Los expertos nos señalan que cuando esto ocurre, el estudiante queda totalmente dependiente de las sesiones de tutoría con el director de trabajo, las cuales dependen enormemente de la predisposición del tutor a ayudar realmente al alumno. Lamentablemente, aunque hay grandes profesionales en las universidades españolas, no es poco habitual que el profesor despache algunas preguntas con el temido e injusto “esto deberías saberlo ya de antes”, algo en lo que los alumnos, en muchas ocasiones, tienen poca responsabilidad.

Los expertos consultados concluyen que si las universidades quieren conseguir realmente los objetivos iniciales que tenían los TFG, en muchos casos, deben replantearse como preparan e informan a los alumnos para la elaboración de estos trabajos.