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La furia y la belleza

Para ir de Topeka, Kansas, a Kansas City, hay tres rutas posibles. La más rápida no llega a una hora y la más lenta prácticamente se prolonga a tres. Tiene su lógica deducir que hace unos cuarenta y ocho años, los caminos y las opciones serían otros. Quizá sea aventurado inferir, a partir de los escasos datos de los que disponemos, que hace unos cuarenta y ocho años, Anne Boyer, nacida en Topeka, Kansas, recorrió una vía de casi tres horas hasta Kansas City, ciudad en la que se instaló, ciudad en la que vive y trabaja actualmente. Casi tres horas en las que cabe una historia fabulosa
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photo_camera Anne Boyer

ANNE BOYER es poeta, ensayista y, desde el año 2011, profesora en el Kansas City Art Institute. Antes, en el tiempo en que era las dos primeras cosas, pero no la última, llevaba una existencia típica de clase media americana inmersa en el sistema neoliberal. Es decir, precaria. Sin empleo fijo, por tanto, sin seguro médico, dedicada a leer, a escribir y a publicar, de vez en cuando. Una artista, de tantas, que vive como puede en la capa exterior del sueño americano. A la intemperie. Antes del año 2011, en 2006, publicó un libro, The romance of happy workers (El romance de los trabajadores felices, que aún no ha sido traducido a nuestro idioma. En 2010, escribió la mayor parte de otro, que se publicaría más tarde, con el título de Garments against women (Ropa contra las mujeres), tampoco traducido, y que resultaría un éxito de crítica y público en Estados Unidos. "Mi hija y yo estábamos luchando, entonces, en el tipo de pobreza en la que siempre te enfermas por el estrés, el exceso de trabajo y la comida de mierda y luego no tienes seguro, dinero o tiempo para tratar los problemas causados por no tener seguro, dinero o tiempo. Empecé a creer que era la carga extra que me ponía por ser escritora lo que me enfermaba y que seríamos mucho más felices y saludables si podía dejarlo".

Entonces, el antes: "En aquellos años en que era, básicamente, una poeta sin blanca y sin seguro médico, no podía ir a una consulta a menos que estuviera a punto de morir. Ni siquiera fui al médico con piedras en el riñón. Ni siquiera fui al médico con una hemorragia, hasta que perdí demasiada sangre. Y era una americana completamente normal haciendo esto. Tengo amigos artistas que se han llamado entre ellos para coserse puntos porque no podían permitírselo. Y no es necesario ser un artista para tener poca estabilidad financiera. Basta con ser joven o una madre soltera, como era mi caso. Estos seguros médicos fueron inalcanzables durante mucho tiempo". Y el después: "Las cosas cambiaron para nosotras en 2011, afortunadamente, y tan pronto como obtuve un trabajo de tiempo completo con seguro médico y suficientes ingresos para cubrir el alquiler, dejé de enfermarme". En 2011, el desvío desembocaría en la ruta rápida y sólida de un apartamento de dos habitaciones, por 850 dólares al mes, y esa estabilidad de pulso normal que aporta el sueldo fijo.

Pero llegó el 2014. "Recuerdo que pensé: Creías saber qué significa que las cosas te vayan mal, ¿eh? Pues ahora te toca indagar un poco más en qué consiste el infierno. Una cosa dantesca". En el año 2014, Anne Boyer, con 41 años recién cumplidos, se notó un bulto en un pecho, pudo ir al médico porque tenía seguro, y fue diagnosticada. Cáncer de mama tipo triple negativo. Porcentaje de supervivencia, bajo, muy bajo. Tras esa curva, esos territorios. Se desplegó ante ella un mapa distinto, de paisajes diabólicos y de reflexiones, por veces insoportables, por veces, apaciguadoras. En la mayoría de los casos, alteraciones que le sirvieron para escribir, no sin sufrimiento, un libro de no ficción que acabaría llevándose el Premio Pulitzer, en el 2020, y que el pasado mes de febrero editó Sexto Piso: Desmorir. Una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista.

Continúa escribiendo en su diario los detalles feroces del día a día y de las noches en vela, ideas que se mueven en formatos híbridos, propios del siglo XXI

El durante: "El diagnóstico ha disminuido mi habilidad para discernir el buen consejo de la ideología vacía. Todo lo que se me recomienda hacer en respuesta al cáncer parece, al principio, un síntoma de un mundo que está también enfermo". Entonces, Anne Boyer, joven madre soltera, sin familia cerca, sin pareja, poeta, ensayista y profesora, inicia, al mismo tiempo, un tratamiento y una investigación. Contra el tumor necrótico y sobre la enfermedad, la economía, la poesía y la belleza. A pesar de todo. Continúa escribiendo en su diario los detalles feroces del día a día y de las noches en vela, ideas que se mueven en formatos híbridos, propios del siglo XXI, primero en modo artículos para revistas, online y offline, después en modo posts y, finalmente, vuelta a la tradición, en modo libro. El blog se llama Harriet y pertenece a la organización literaria Poetry Foundation, la cual invita a poetas a publicar en ese medio digital, como un camino eficaz de difusión de la poesía. En el año 2016, Anne Boyer sería "bloguera destacada" de Harriet, y ahí publicaría una serie de posts sobre el tratamiento al que estaba siendo sometida y su significación en un mundo en el que los cuerpos enfermos también se venden, al igual que el resto de las cosas. Revistas como Guernica, The New Inquiry, Fullstop y, finalmente, The New Yorker, con el artículo títulado: Lo que el cáncer te quita.

El durante: "En el universo médico capitalista, en el que todos los cuerpos deben orbitar alrededor del beneficio todo el tiempo, incluso una mastectomía se considera un procedimiento ambulatorio". Le hicieron una mastectomía doble, la sacaron de reanimación, cubrieron por ella un formulario de alta y la mandaron a casa. Todo en unas horas. "Entonces me obligaron a irme. Y me fui". Amigas y amigos cuidaron de ella cuando ella no podía, ni estar sola ni, mucho menos, cuidar de sí misma. Sobre esto también reflexiona en su libro Desmorir. Sobre la crueldad estructural de la rentabilidad como único modo de hacer las cosas. Que pase la siguiente. Bisturí, sala de despertar, habitación de tu casa. Ha dejado de ser mi problema. Que pase la siguiente. Bisturí, sala de despertar, habitación de…

Sobrevivió. En el transcurso del tratamiento, las ocasiones en las que podía, sentía furia y sentía miedo y sentía, aun así, esa necesidad de la búsqueda de respuestas imposibles. La necesidad de una explicación inexistente. Leyó ensayos de mujeres predecesoras con el mismo afán, habitantes del mismo edificio dañado: Susan Sontag, Audre Lorde, Kathy Acker, Jacqueline Susann. Todas muertas. Ingresó en foros de internet en los que se habla del cáncer, de su cáncer, del tratamiento, de los efectos del tratamiento, de cómo es vivir así. Participó como una enferma más, como una mujer más. Porque eso era.

La atroz injusticia del capitalismo, el feminismo, el arte, la filosofía, la literatura. Ensayos políticos y poéticos, en los que convergen una actitud y una dirección. Ha llegado a su ciudad, y vive

El después: Llegó la pandemia. Estaba dando su clase online cuando empezaron a llegar a su correo mensajes de felicitación. Ella creyó que se habían equivocado de Anne. Minutos más tarde llamó su agente para confirmarlo. Premio Pulitzer de no ficción.  

Las cosas van bien ahora. Antes también, pero más ahora, sus libros se traducen a muchos idiomas. En español, también este año, se publicó Manual para destinos defraudados de Killer71 Ediciones, una colección de ensayos que prefiguran el universo lírico de Anne Boyer. La atroz injusticia del capitalismo, el feminismo, el arte, la filosofía, la literatura. Ensayos políticos y poéticos, en los que convergen una actitud y una dirección. Ha llegado a su ciudad, y vive. 

El ahora: "Los que subestiman la belleza y el lujo de la supervivencia lo hacen porque rara vez han estado casi muertos. Yo he sobrevivido: sin embargo, el régimen ideológico del cáncer implica que llamarme una superviviente siga pareciendo una traición a las muertas. Pero admitiré que no pasa un día en que no me sienta extática por seguir viva". La furia y la belleza juntas en una carretera de Kansas.

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