Opinión

Nada, nunca, en ningún lugar

El miércoles una tormenta como pocas he visto en mi vida paralizó la ciudad. Por primera vez pude entender lo que significa que se parta el cielo, porque fue lo que un solo rayo hizo con una densa nube negra, que se volvió marrón cobre. Esa brecha parecía una puerta, una invitación a algo cercano al caos. Ciertamente era el fin del mundo. O al menos de este.
'Todo al mismo tiempo en todas partes'. EP
photo_camera 'Todo al mismo tiempo en todas partes'. EP

PUNTUALIZO que quizás solo de este mundo porque esta semana pude acercarme a la compleja narrativa de Todo al mismo tiempo en todas partes, una película llamada a pasar a la historia, y la realidad se ha vuelto menos interesante por culpa de los universos paralelos que muestra el filme. Quizás la brecha en el cielo tormentoso era la puerta a ese entramado de vidas cruzadas, como le ocurre a Evelyn, la protagonista, en un armario de conserje.

Es difícil describir lo que ocurre en las dos horas de la película de los Daniels, el dúo de cineastas que la firman. De hecho, es más sencillo decir lo que no acontece. Esta aproximación a la ciencia ficción desde el costumbrismo que suponen los impuestos, la declaración de la renta y las oficinas de Hacienda admite varias capas de análisis pero, sobre todo, provoca preguntas.

Evelyn, inmigrante china afincada en Estados Unidos, regenta entre deudas y disgustos una lavandería de esas que funcionan desde hace décadas en ese país y que ahora ocupan varios bajos hasta en lugares inesperados de Galicia. Su vida es, en el mejor de los casos, anodina. Pero en el fondo ella sabe que no, que su vida es aburrida, amarga, decepcionante y nada de lo que había previsto. Mantiene en su cabeza las elecciones que ha hecho, que la llevan hasta esa posición entre muchas espadas y una pared desgastada con cestas de ropa.

Insisto en la dificultad para explicar cómo esta mujer sin importancia adquiere la habilidad y el deber para transitar por lo que los Daniels denominan como alfaverso, que en otras franquicias llaman multiverso y que, en física, generalmente se conocen como universos paralelos. El ejemplo prototípico para explicar esta teoría es el gato de Scrödinger, pero en esta película sí se sabe el estado del felino, el color de pelo, su estado vital y más detalles. No son mundos superpuestos solamente, se trata del tránsito por cada una de las vidas que hay al tomar una decisión sin asumir que la que vives es la única y sabiendo que solo es una consecuencia, una de las muchas.

La conducta también se moldea para el hastío haciendo ver al individuo que forma parte de una masa inerte

A través de Evelyn la cinta plantea la posibilidad de una existencia mejor, y si no es mejor por lo menos diferente, vívida. Pero la cuestión subyacente no es, en primera instancia, el arrepentimiento, sino el reconocimiento del fracaso vital. Esto me lleva a pensar en las semanas y meses que vivimos en piloto automático, repitiendo cada acto, entregándonos a la rutina. Imagino que la edad adulta transcurre acallando una voz que clama revolución entre tanto aburrimiento. Aunque no se trata de vivir cada día una batalla, pero sí de vivir cada día.

Romper la cadena del tedio requiere, sin embargo, de un esfuerzo a menudo sobrehumano con el que se deben combatir también las preguntas de otros aburridos vitales que acatan la normativa sobre comportamiento y buenos modales en la sociedad adulta. La conducta también se moldea para el hastío haciendo ver al individuo que forma parte de una masa inerte, soñadora con decisiones contundentes que abran un nuevo camino más emocionante.

El modo que tiene Todo a la vez en todas partes de mostrar esto es a través de eventos demenciales, que desafían toda lógica lineal conocida en el planeta Tierra, pero que abren la puerta a nuevas formas de entender tiempo y espacio, las constantes que nos definen. Este desafío a asimilar los universos paralelos como ramificaciones es similar al que propuso Stanislaw Lem con la novela Solaris, en la que plantea un modelo de inteligencia y ser sintiente que escapa a la comprensión humana y mantiene abierto el debate hasta el día de hoy.

¿Sirve de algo sufrir por hipotéticos? No solo se trata de la utilidad, sino de la ceguera que provoca en el presente

Evelyn, que alcanza la consciencia absoluta de todas sus vidas y variantes, logra poner en perspectiva los errores e insatisfacciones de cada universo, incluso los más dulces, y entiende que las narrativas personales se construyen en base a ello, así como de lo positivo. Para ella jamás volverá a existir uno de esos famosos "Y si…" ni una reflexión sobre lo que podría ocurrir. Acata diligente lo que tiene.

Esto me obliga a preguntarme si la incertidumbre sobre las posibilidades desconocidas genera más problemas que las consecuencias por el acto ejecutado. ¿Sirve de algo sufrir por hipotéticos? No solo se trata de la utilidad, sino de la ceguera que provoca en el presente, nublando el juicio con el que se analiza lo material para uno mismo, al menos en su universo.

Las conclusiones que se extraen de Todo a la vez en todas partes son, como no podría ser de otro modo, varias y dispares e incluso diferentes para el mundo de cada persona. Aunque la más útil es que nada importa, nada es lo suficientemente importante, nada trasciende ni es fundamental. Nada ocurre, nunca ocurre, en ningún lugar ocurre algo lo suficientemente relevante para cambiar todos los universos, por mucho que afecte al tuyo.

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