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Hablando con Nessie sobre Stevenson

Estuve tres días en un apartamento en Fort Augustus, a orillas del lago Ness, Consuelo encontró en la orilla una mañana una piedra con una veta que dibujaba a Nessie, al que llaman El Monstruo, me hace gracia como nadie puede creer en él
Louis Stevenson.
photo_camera Louis Stevenson.

TODO LO extraordinario tiene que ser irreal, la realidad ha de ser siempre ordenada y mediocre, una noche se vino al apartamento y lo mojó todo, Consuelo le dijo que saliera a sacudirse a la escalera, puse dos copas de whisky Talisker de la isla de Skye y discutimos amigablemente sobre Stevenson.

Yo le dije: "Me gusta la fuerza que tiene, como hace asomarse a la gente a tres abismos, el inconsciente en El doctor Jekyll y mister Hyde antes de Freud, el mar en La isla del tesoro con todo el sentido de aventura antiburguesa y de intensidad, la noche en Las nuevas noches árabes donde se desarrollan el vicio, la pasión loca, la bohemia, los secretos, en Jekyll y Hyde nos hace ver que apenas nos conocemos, que hay una parte de sombra desconocida en nosotros, que somos feroces cuando pretendemos ser civilizados y bestias oscuras cuando creemos ser tan caballerosos, Stevenson muestra el envés de la respetabilidad y lo caballeroso, muestra que ninguno de nosotros es de fiar, muestra como nos asustamos a nosotros mismos, igual que un poema de Emily Dickinson, y nos dice a donde lleva la experimentación desatada de una ciencia mecanicista que pretende manosearlo todo y hace estallar lo desconocido, muestra que las sombras no se cuadriculan, como dijo Sábato, sino más bien hemos de encontrar energía en ellas mismas contra sus fuerzas más violentas, contra su soledad y desamparo, Stevenson muestra que estamos radicalmente solos, el otro día me asomé una vez a aquel pub en la milla real de Edimburgo adonde iba el personaje real que inspiró a Jekyll, un tipo muy respetable de día que por la noche se dedicaba a la delincuencia y a negocios oscuros".

 En el fondo las aventuras de Stevenson son para leer en casa de manera confortable, no nos arrastran y nos estremecen

Pero Nessie me dijo: "Esa fuerza que tú dices no está en el estilo de Stevenson, que busca más bien la elegancia aséptica, no tiene esa vivacidad de Céline en Viaje al fin de la noche, ese hombre sí que exploraba la noche con sus mismos dientes, tal vez no te diste cuenta porque lo leíste en traducciones chapuceras y baratas, llenas de errores y descuidos, pero aun así se ve que no tenía el desgarramiento propio de los escritores que mostraron abismos o que llevaron al lector más allá de la asepsia burguesa, aunque no sé, tal vez lo hizo Sandor Marai, que se asomó con un toque muy burgués a las tormentas reprimidas en la noche de lo desconocido,  en el fondo las aventuras de Stevenson son para leer en casa de manera confortable, no nos arrastran y nos estremecen, La isla del tesoro es para niños que se supone desean más la vitalidad intensa y la aventura que significan el mar, las islas solitarias, los bucaneros, por eso Stevenson asoció a niños y bucaneros, en realidad con esas historias de piratas hizo lo que hacen las películas de Holywood ahora, ponen un poco de travesura controlada de cartón piedra, despiertan simpatía por los piratas contra los funcionarios solo en la pantalla, sin mojarse, yo lo sé muy bien, porque el agua es lo que de verdad nos hace vivir, por eso Stevenson no quiso saber nada de mí, que soy el que de verdad rompe el orden burgués y la normalidad mecanicista, vivo ocultamente en el fondo del lago más profundo del mundo, pero todo el mundo sabe que no puedo existir porque eso trastornaría su mundo bien barrido, por eso les vale Stevenson, porque parece tener mucha vitalidad y mucha fuerza pero no es una amenaza real, lo toman como un juego, por eso le fascinaba con toda su vitalidad al Borges libresco que solo leía libros sentado".

Pero yo lo interrumpí: "A pesar de lo que digas Stevenson nos aporta esa vitalidad que dices, nos hace asomarnos a la aventura, estuve en Nort Berwick buscando ansiosamente una placa que dijera donde vivió él, miré con intensidad la isla que se supone inspiró La isla del tesoro y la enorme roca blanca psicodélica que está blanca por las cagadas de millones de pájaros, con una visión así delante ¿Cómo no iba a dudar de la realidad ordenada, cómo no iba a pensar que flotamos en la noche como un barco mal asentado?, Las nuevas noches árabes hablan de la fascinación de la huida en el club de los suicidas, de un hombre y una mujer que se enamoran en una noche en un castillo perdido junto al mar mientras defienden a su padre, estafador, del asalto de los contrabandistas, de como el poeta Francois Villon es alojado por un severo y digno ciudadano una noche y lo llena de reproches por su forma desordenada de vivir y el poeta responde con una andanada contra todas las hipocresías y los daños reales que hace la respetabilidad establecida, me parece con mucho el mejor cuento, y Oriente aparece como la escapada infinita de Occidente, Stevenson siempre tiene que mezclar las dos cosas, y en La isla del tesoro sabe que en el fondo todos somos niños que no estamos conformes con las cesiones y compromisos de la madurez, sabe cómo nos rendimos al hacernos adultos y renunciamos a una buena parte de la vida para que nos dejen instalarnos, nos mete a todos una fascinación desconocida y casi morbosa por los piratas y las islas solitarias, él sabe convertir de todos modos la vida en una aventura constante, en una palpitación continua, lo peor de la existencia para él es aburrirse , estamos inquietos o con miedo y angustia pero estamos vivos, por eso convierte en una aventura sus viajes por Francia, pero también sabe irse a lo más lejano de Samoa donde le llamaron El Cuentacuentos porque para él lo importante es el cuento, lo que la vida tenga de contable, por eso le fascinaba a Borges, porque de todos modos al admirarlo la vida tenía acción y misterio y no solo conceptos, igual que cuando admiraba a Schopenhauer, para Schopenhauer el universo era una voluntad escondida que fracasa continuamente y suelta representaciones sin fin, en el fondo tenían mucho en común Schopenhauer y Stevenson".

En fin, Nessie y yo casi nos acabamos la botella de Talisker, y nos separamos amistosamente antes del alba, no fuera a ocurrir que alguien con mirada céltica lo viera sin querer y tuviera que declararse loco a sí mismo y reafirmar el universo mecanicista y ordenado que Stevenson cuestionó pero en que a la fuerza nos instalamos.

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