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La compra sana

Rodrigo Cota en el supermercado. GONZALO GARCÍA
photo_camera Rodrigo Cota en el supermercado. GONZALO GARCÍA

Una semana dura. Durísima. No hubo cita con la báscula Tanita, pero creo que voy desbocado. Tuve un par de cenas de esas a las que no puedes negarte y en las que nada más llegar, entre abrazos, reencuentros y alegrías cuando te das cuenta llevas la obesidad androide a límites suicidas. Bien, ya me había advertido mi nutricionista de que el reto para estas Navidades era engordar lo mínimo, pero al parecer yo empecé la Navidad antes que la Navidad.

Rodrigo Cota en el gimnasio. CEDIDA

Tuvimos encuentro con charla motivacional en un Froiz, que nosotros apoyamos el comercio local y a las empresas de nuestro país. Allí Lucía me enseñó a leer etiquetas de productos comestibles. Es importante. Yo no lo sabía, y usted tampoco lo sabe y así le va, pero el caso es que en el etiquetado del artículo ha de buscar usted la lista de ingredientes. Allí, de mayor a menor cantidad, vienen todos los elementos que conforman el producto. No se trata de buscar cosas que pongan ‘Bio’, o ‘0,0%’. Lo del bio no significa nada y lo del porcentaje cero no gran cosa. Puede ser una vianda que no tenga nada de azúcar pero sí aceites de palma, o que no tenga grasa pero sí azúcar, o edulcorantes. Si cualquiera de estos ingredientes figura entre los primeros de la lista, no es el más adecuado. Entiéndaseme: no el más adecuado para seguir una dieta. Luego cada uno consume lo que le da la gana, faltaría más.

El pan de molde, por ejemplo. Si usted compra un pan de molde y a las seis semanas sigue tan fresco como el primer día, encienda la alerta naranja. Eso se consigue a base de harinas chungas, conservantes y cosas que engordan. Sin embargo, la oferta es abundante, así que tras leer las etiquetas, opto por un pan de molde integral, libre de compuestos que son nuestros enemigos.

De la papaya leí que se la daban a Juan Pablo II para que durara más y es sabido que la cosa funcionó

Rodrigo Cota en uno de sus paseos. CEDIDALas conservas. ¡Ay, las conservas! ¡Cuidado con las conservas! Como sabemos, las más deliciosas son las de zamburiñas en salsa marinera, o mismamente los mejillones en escabeche. Un clásico. Pero no son todas iguales. Ya me parecía a mí raro que unas costaran el doble que otras. Tiene una explicación, o varias, pero yo aprendí una, que ya bastante es para un día. ¿Cree usted que es lo mismo una salsa elaborada con aceite de oliva extra virgen que otra que se hace con aceite de motor de aviación? Pues no. Con aceite de motor no existen, que yo sepa, pero sí con otros aceites que no ayudan a nuestra dieta. En todo caso, me dice Lucía, lo mejor en mi caso son las conservas al natural. Un poco decepcionado, cogí dos de almejas y dos de navajas. Las tunearé en casa para convertirlas en un salteado de moluscos con cilantro o perejil. Yo soy más de cilantro por recuerdo de mi infancia mexicana. Compartiré el humilde plato con mi hijo, pues como ya he dicho, mi señora es herbívora y nuestra hija María también. María vive en Dublín, pero sé que me vigila desde la distancia y ella y mi señora forman parte de la conspiración vegana para hacerse con el poder y subvertir la cadena alimentaria, o alimenticia, o como se llame. No pararán hasta que los leones se apacienten con las ovejas, cosa que pronostican los sagrados textos.

Frutería: eso y las verduras son mi talón de Aquiles, pero salgo airoso con una papaya y dos aguacates, ambos también como homenaje a mi niñez. De la papaya, además, leí yo que se la daban a Juan Pablo II para que durara más y es sabido que la cosa funcionó, puede que demasiado bien, que al pobre hombre lo tuvieron dirigiendo la Iglesia a base de papaya, y ya no se acordaba ni de su nombre pero la papaya lo mantenía atado a la tierra.

Cota haciendo ejercicio. CEDIDA

Bien, hay surtido de cosas que yo creí que no podría comer jamás, como galletas y cosas así. El cacao, por ejemplo, cuanto más puro mejor, que lleva menos azúcar. No es para abusar, pero sí para sobrellevar los monos y rebajar la ansiedad.

Luego Lucía fue a entrenar. Venía de ganar una carrera el fin de semana, que ya dije un día que es varias veces campeona de España de andar en bici por el monte. Y como entrena en el mismo gimnasio que yo, allá nos fuimos a GV Sports. Para mi suerte, me encontré allí con dos amigos de la Asociación Amencer. Nacho y Gonzalo. Nacho es el de gafas. Me puse a entrenar con ellos y, todo hay que decirlo, lo hicimos con cierta desgana, hasta el momento en que les pedí hacernos unas fotos e interrumpimos nuestras obligaciones como gimnastas para pasar un buen rato. Me salvaron la mañana y por ello les estaré eternamente agradecido.

Lo dicho. Se ven venir las fiestas, las comilonas, las cenas, todo ello. Mi fuerza de voluntad, que flaquea por momentos, se pondrá a prueba. Creo que el objetivo es no tener que empezar de cero, salvarlas como se pueda y llegar a enero con algo de ventaja para afrontar el trimestre final

ASÍ ME SIENTO:
Peso: No quiera usted saberlo
Estado de ánimo: Prenavideño
Pecado cometido: Todos
Temperatura exterior: Desalentadora

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