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Diálogo social y algo más

Las crisis de Endesa, Alcoa o Ence emergen en el pacto entre Xunta, patronal y sindicatos
Firma del acuerdo entre Xunta, sindicatos y patronal. XUNTA
photo_camera Firma del acuerdo entre Xunta, sindicatos y patronal. XUNTA

EN San Cibrao, Alcoa ya no está preocupada exclusivamente por el dichoso estatuto para la industria electrointensiva prometido por el Gobierno de Pedro Sánchez y que nunca llega. La angustia se centra ahora en la subasta de interrumpibilidad que comienza el próximo lunes y que reduce a menos de la mitad los megavatios a adjudicar para aquellos grandes consumidores dispuestos a desconectarse de la red si así lo exige la demanda, todo ello a cambio de obtener precios más bajos de la energía. En As Pontes, Endesa lo vuelve a intentar con poca fe: en breve se reevaluarán los informes de sus técnicos para comprobar la viabilidad de mantener la actividad en la central mediante la quema combinada de carbón y biocombustibles, con la mente puesta en los lodos. Y en Pontevedra, Ence solo pide seguridad jurídica para tomar decisiones (inversiones en la planta, alternativas de negocio, se entiende), a la espera de que con el comienzo del año se pronuncie la Audiencia Nacional sobre su continuidad en la ría y la prórroga de la concesión. Mientras, Naturgy sigue a lo suyo en Meirama, con la central en "off". En total, entre San Cibrao, As Pontes, Lourizán y Cerceda, están en juego más de 2.600 puestos de trabajo directos. Casi nada.

Este es el triste contexto, el marco general de una crisis en cierta medida inesperada, abrupta, la de las grandes industrias asentadas en Galicia. Y también es el tenebroso decorado del plató sobre el que se ha firmado un pacto esta semana. Se trata del acuerdo sobre el diálogo social sellado entre Xunta, patronal y sindicatos (UGT y CC. OO.), del que se ha descolgado la CIG. El cuarto que firma Núñez Feijóo desde que llegó a San Caetano, y que viene a renovar los ratificados en 2010, 2012 y 2015. Con que se cumpla lo acordado ya sería un avance.

Esta vez, el eje del acuerdo no son solo exclusivamente las políticas activas de empleo, en gran medida transferidas a la Xunta y que gravitan sobre los estímulos a la creación de puestos de trabajo, formación y cualificación de parados. En el pacto se ha colado la crisis industrial, y a ella se han referido públicamente los firmantes, en una clara demostración de que los agentes sociales y la Xunta tienen algo que decir sobre el asunto. Y lo hacen con una única voz, aunque entonando evidentes matices. Primera conclusión: Galicia puede, al menos en el plano de sus grandes agentes sociales, defender una postura común ante la crisis industrial, que ya es algo.

Cinco son las mesas de negociación que se abren (igualdad de oportunidades, cláusulas sociales en la contratación pública, impulso para la transformación tecnológica de la industria, políticas activas de empleo y modernización de las relaciones laborales). Y sin desmerecer avances como pueden ser los nuevos mecanismos para la resolución extrajudicial de conflictos laborales, la batería de ayudas para el mantenimiento del empleo en caso de EREs o la introducción de la perspectiva de género en la negociación colectiva, con especial atención a la brecha salarial, es sin duda la transición energética justa, solo una ensoñación hasta ahora en Galicia a la vista de los acontecimientos, el elemento sobresaliente en el acuerdo, por la gravedad de la situación.

La sustancia de lo pactado, en esta línea, ofrece más compromiso que medidas concretas. Un punto de partida, habida cuenta del escaso margen y limitadas competencias que tiene Galicia en este asunto. Primer compromiso, que no suena mal: todo modelo de transición energética justa (hasta ahora, ni es transición, ni es justa) tiene que estar acompañado, necesariamente, de un plan económico, social, laboral y territorial que se acuerde en las mesas de diálogo social. Para ello, otra pata del acuerdo establece la creación de un mapa para abordar ese camino, cartografía ya conocida, pero que incluya la identificación en profundidad de las mejores alternativas. Insisten los firmantes, en este sentido, en poner en valor non solo el potencial energético, sino factores como las nuevas capacidades de empleo y el impacto territorial y ambiental. Galicia, en síntesis la Xunta, la patronal y los dos grandes sindicatos, quieren tener voz propia en todo aquello que se vaya a decidir en Madrid, ya sea en la mesa de un ministerio o en el consejo de administración de una multinacional.

Un mensaje queda grabado, a modo de exigencia: todo cambio debe incorporar la "paulatina" sustitución de las actuales tecnologías por otras sostenibles, relato inédito en Galicia hasta ahora. Y la carta final a los Reyes Magos: una agenda para acceder a los millonarios fondos de la estrategia europea dentro del programa presupuestario entre 2021 y 2027. ¿Llegaremos a tiempo?

Llega la segunda transición de Inditex

El árbol de los buenos resultados no permite ver del todo el bosque de la transición en el que está inmersa Inditex, la multinacional gallega por excelencia. Primero fue la integración de la tienda física y "online", todo un reto para un gigante con casi 7.500 establecimientos y un proceso que generó en su día no pocas dudas con respecto al modelo diseñado por el grupo. Sin embargo, los resultados de los nueve primeros meses de su ejercicio fiscal (ventas, beneficios y márgenes) dan la razón a quienes idearon esa estrategia. Inditex va a más y su músculo se constata con dos parámetros: cerró los primeros nueve meses de su ejercicio (febrero-octubre) con unas ventas de 19.820 millones de euros, un 7,5% más, y consiguió un beneficio neto de 2.720 millones, con un alza del 11,6%. Este crecimiento no se veía en Arteixo desde 2017. Es el resultado de esa transición hacia la venta física y "online".

Ahora llega la segunda etapa, que Pablo Isla suele despachar con dos pinceladas en cada una de sus comparecencias, pero que tiene detrás, más que un nuevo modelo, toda una filosofía de cambio. Es la sostenibilidad. Pensar en verde. En todos sus ámbitos y en cada detalle. Hasta la cesta de Navidad que reparte el grupo este año a sus trabajadores es ecológica, y reduce al mínimo el uso de plásticos. Pero hay más.

El grupo abandonará la bolsa de plástico en 2020, sus tejidos serán orgánicos o reciclados en 2025 y en breve recurrirá a la energía producida por paneles fotovoltaicos en sus nuevos edificios. ¿Hacia dónde camina Amancio Ortega? ¿Veremos pronto un bosque autóctono en Arteixo o aerogeneradores en su entorno? Es la segunda transición.

Puentes, tercera constructora gallega, cae en manos chinas

TODO es silencio en Oroso. La tercera constructora gallega cambia de manos. Solo por detrás del pontevedrés Grupo San José y la ourensana Copasa, Puentes y Calzadas ha desvelado finalmente quién es su comprador: un grupo constructor chino, de nombre China Road and Bridge Corporation, que acaba de trasladar a Competencia su propuesta para hacerse con el control de la compañía fundada y presidida por el que hasta ahora era su máximo accionista, José Manuel Otero Alonso.

Sin que se hayan desvelado hasta ahora los detalles de la operación, sí ha trascendido que los nuevos socios tendrán la mayoría en el capital, en el que permanecerá la familia Otero. También retendrá la gestión, al menos durante unos años y si los resultados acompañan. Puentes necesitaba músculo financiero y ya lo tiene. De paso, despeja dudas en el seno de la familia, ante una incierta sucesión que recaería en las hijas del fundador.

El caso de éxito de un empresario singular y sus cuatro hijas

"Os dous de sempre" es la primera novela del padre del nacionalismo gallego. Político, escritor, pensador, caricaturista, médico… Castelao lo representa casi todo en el universo del moderno galleguismo. Pues bien, el original de aquella obra es propiedad de un empresario llamado José Manuel Cortizo Sóñora, que amablemente suele ceder los derechos para reediciones. El dueño del manuscrito también tiene una gran colección de arte. Especial predilección por Maruja Mallo, musa de la generación del 27.

Hoy José Manuel Cortizo no solo presume de literatura y arte. Ha levantado un emporio desde Padrón (cinco fábricas en España y otras en Francia, Eslovaquia y Polonia) que da empleo a más de 3.000 trabjadores. Discreto y con fama de duro, Cortizo también presume de sus cuatro hijas, integradas en el grupo, premiadas y que garantizan una transición ordenada.