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Dos o tres agendas gallegas

El acuerdo entre PSOE y BNG reescribe otros pactos y varias exigencias de la propia Xunta
Firma del acuerdo entre PSOE y BNG. EFE
photo_camera Firma del acuerdo entre PSOE y BNG. EFE

Un Gobierno, dos socios, tres grandes pactos, hasta seis acuerdos de intenciones e innumerables compromisos de inversiones y transferencias para que Pedro Sánchez sea investido presidente en segunda vuelta. El círculo se cierra y dentro se instala el BNG. El disputado voto de Néstor Rego no era tal, porque al PSOE, a última hora, para sumar más síes que noes, solo le hacía falta que los nacionalistas no votasen en contra. Y Ana Pontón y lo suyos siempre se han movido entre el apoyo y la abstención, por mucho que se especule ahora en el ruedo madrileño por aquello ponerle tensión hasta el final. El BNG ya puede vender que hay agenda gallega en Madrid. ¿Será la única? 

Si nos atenemos a las demandas finalmente suscritas por el PSOE con el BNG, y echamos la vista atrás, solo unas semanas, podemos llegar a la conclusión de que había otra agenda, aunque no era negociable. Más bien se trataba de un pasivo exigible, como se denomina en contabilidad a las deudas contraídas por una empresa con un vencimiento determinado. Ahí entra en juego el PP de Núñez Feijóo, que reclamaba ya en la ronda de contactos que mantuvo Sánchez antes de Navidades con los presidentes autonómicos soluciones para similares cuestiones como las ahora tratadas entre PSOE y los nacionalistas. Es casi idéntico el guión reivindicativo, aunque las fórmulas demandas en uno y otro caso para un mismo enunciado disten una barbaridad entre sí. Matices de forma, no de fondo.

Sin duda, y esto es lo positivo, si algo pone de relieve esta coincidencia en las plegarias de unos y otros es que, al menos, el diagnóstico de los problemas económicos que atenazan a Galicia es similar. Y ese ya es un punto de partida para resolverlos. 

Transferencia de la AP-9 y rebajas en los peajes, crisis industrial y nuevo estatuto para las industrias electrointensivas, entre las grandes reclamaciones. Paradigmático es el asunto de la transferencia de la titularidad de la Autopista del Atlántico, muy lejos por cierto de los problemas de la Galicia interior. Para que Pedro Sánchez consiguiese el apoyo del BNG para su investidura solo tenía que apretar un botón, el que activa una medida que el propio Congreso de los Diputados aprobó, prácticamente por unanimidad, el año pasado casi por estas fechas. El traspaso de la titularidad de la AP-9 estaba ya encarrilado, y a esa operación solo se opuso en su momento Ciudadanos. La convocatoria del 28-A dejó en stand by el proceso reclamado por unanimidad por el Parlamento gallego. 

El BNG, en esto, llevó la iniciativa en todo momento, es de justicia reconocerlo, pero el regalo puede ser envenenado. Porque traspaso a la Xunta no implica necesariamente menores peajes, y las compensaciones pendientes y ya asumidas por el Estado con la concesionaria superan los 250 millones de euros. A Feijóo, en este apartado de su agenda, le bastaba con que se logre flexibilidad en las tarifas y rebajar los peajes. 

Otro cantar bien distinto es el del nuevo estatuto de la industria electrointensiva o el cierre de Endesa en As Pontes, un barrizal en el que todos acaban cayendo sin tener muy claro cómo ni por qué. El propio acuerdo de gobierno firmado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a principios de semana incluye el estatuto del consumidor electrointensivo, sin demasiado detalle, y recursos públicos para la reindustrialización de comarcas con centrales térmicas, dos en el caso gallego. He aquí otra agenda gallega. Dentro del estatuto, PSOE y Unidas Podemos anuncian "compensaciones y exenciones de pago" para las empresas con "altos" costes energéticos. Miran a Alcoa. También han pactado una revisión de los pagos por capacidad, para limitarlos. En este caso, a Endesa. Pero aquí la divergencia con las reclamaciones de Feijóo en su agenda es total, porque los pagos por capacidad eran para la Xunta la única tabla de salvación para ese pulmón eléctrico que es As Pontes. 

Tras lo que ha trascendido del acuerdo entre BNG y PSOE, resultará difícil conseguir el maridaje de transferir la titularidad de la AP-9 y rebajar peajes. En el cómo hacerlo está la clave, y algo tendrá que decir la Xunta si el traspaso no viene dotado, aunque se tire de presupuestos generales. De eso se encargará el nuevo ministro de Fomento. Y el de Industria tendrá que poner letra a otra música, la de la crisis industrial, que en los pactos se ha quedado en mera partitura.

Un alcalde que se estrella contra la realidad de Endesa
La juventud y la veteranía, que no son necesariamente incompatibles, confluyen en el perfil de Valentín González Formoso, que ha gobernado As Pontes con comodidad. El liderazgo de los socialistas coruñeses y la diputación provincial han sido las estaciones de su viaje político hasta ahora. Pero González Formoso vuelve a As Pontes, uno de los municipios gallegos con mayor renta per cápita, y se abraza como puede a ese enfermo desahuciado ya. Es la central térmica. El alcalde ha llegado a asegurar que Endesa realizó pruebas de nuevos combustibles con la intención de que no salieran bien. Todavía confía en la reversibilidad del cierre. González Formoso podrá ser realista, pero esta vez pide lo imposible.

 

La energía y la innovación triunfan en el MAB
Galicia reina en el Mercado Alternativo Bursátil, ese bolsín para empresas emergentes en busca de recursos ajenos para crecer al margen de la financiación bancaria. Y dos nombres propios sobresalen. Uno es Tino Fernández, con Altia. El expresidente del Dépor tiene hoy en día un compañero de viaje que le saca cierta ventaja. Se trata de Manuel García Pardo, el jefe de Greenalia, que sobre la base de una empresa familiar ha conseguido en tiempo récord que el MAB le otorgue un valor de 210 millones de euros. Es la segunda mayor empresa por capitalización. Cierto que se trata de un mercado ilíquido, donde es difícil casar operaciones, pero Greenalia ha demostrado ya que es un jugador energético.