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La fórmula de Escotet

Abanca emerge como una isla en el mar de recortes de beneficios de los grandes bancos
Juan Carlos Escotet. EP
photo_camera Juan Carlos Escotet. EP

COMO SI DE UN MAL endémico se tratase, la gran banca española comienza a moverse con cierta resignación en un revuelto mar que tiene su particular rompiente en el recorte de beneficios. Los bancos siguen ganando dinero, pero mucho menos que el año pasado. Toca sufrir. Mayores provisiones, costes derivados de los expedientes de regulación de empleo puestos en marcha en el último año, fuerte exposición a negocios que flaquean en determinadas áreas geográficas, menor contribución de los extraordinarios, de los ingresos financieros y atípicos derivados de desinversiones... Casi nadie se salva.

Un simple repaso a los resultados presentados esta semana permite comprobar que el Santander de Ana Patricia Botín ganó un 35% menos hasta septiembre (fueron más de 3.700 millones, eso sí) por los problemas de su filial británica, que Caixabank recortó sus ganancias otro 28% (1.266 millones) inmersa en un ajuste laboral, que el BBVA se dejó un 15% del beneficio neto o que los resultados de Bankia se desplomaron otro 22%. Por hablar de los grandes. Entre el resto, las excepciones: Sabadell, Bankinter, Unicaja, Kutxabank y Abanca reman a contracorriente y salvan las cuentas. Son los medianos los que mejoran sus resultados.

Esta primera conclusión puede inducir a error, porque no es una cuestión de tamaño, en este caso con un negocio más dimensionado, lo que explica la buena marcha de la banca mediana. Hay múltiples razones: dividendos de la cartera industrial, venta de filiales, contención de gastos de explotación e incorporación de negocio, en lo que se denomina crecimiento inorgánico, compras de bancos, en síntesis. Le ha sucedido a Bankinter tras incorporar a su balance el negocio de EVO Banco, que fue la filial que en su día creó una nacionalizada Novagalicia para dar salida a su red fuera de Galicia y que hasta este año estaba en manos de Apollo. Y le ha ocurrido también a Abanca, con dos operaciones que le han permitido situarse como séptimo banco español por recursos propios.

La entidad con base en Galicia, líder indiscutible en este mercado, comienza a sacar la cabeza y asoma por otras latitudes. El banco de Juan Carlos Escotet y Francisco Botas integró en septiembre en su balance el negocio de Banco Caixa Geral, la filial española del gigante luso: 110 nuevas oficinas, 7.000 millones de negocio y unos 131.000 clientes. Esta operación se suma a la integración de Deutsche Bank PCB Portugal, realizada en el segundo trimestre. En total, 200.000 nuevos clientes.

Abanca ha cerrado los nueve primeros meses con velocidad de crucero en su beneficio neto, un 0,9% más, hasta prácticamente los 402 millones de euros. Estos resultados contrastan con el abultado crecimiento en el beneficio que había presentado el año pasado a estas alturas (unas ganancias de 398 millones, con un avance superior al 44%), pero tiene una explicación. El año pasado se materializó su salida del capital de Itínere, la gestora de la Autopista del Atlántico, y esa fue la gran aportación al beneficio. Escotet apostó primero por consumar las desinversiones en la cartera industrial que anunció cuando llegó, en diciembre de 2013, y ahora toca la apuesta por la banca comercial en otras latitudes: incorporar negocio con compras, ahora que puede, tiene un gran colchón de liquidez y se lo permite Europa tras años de veto al crecimiento.

Sin embargo, la imagen no sería del todo fiel si no atendiéramos a la propia actividad comercial de Abanca durante este año, sumando a la cuenta de resultados las de Deutsche Bank y Banco Caixa Geral, que por cierto tenía sede en Vigo. Para comprobarlo, nada mejor que fijar la mirada en el margen de intereses, que resulta piedra angular para conocer el negocio comercial de Abanca. Ese margen, que básicamente es la diferencia entre lo que gana el banco por los créditos, préstamos e hipotecas que concede y lo que remunera por los depósitos, avanza más del 5%. Si a ese margen de intereses se le suman las comisiones, tenemos el margen básico, que avanza casi un 7%.

La cuenta de resultados de Abanca se apoya ahora en el propio negocio de tomar y prestar dinero, el tradicional, más allá de los dividendos que cobra por participaciones (bajan de forma acusada este año) y la generación de atípicos, que también cae. Por tanto, nueva etapa: la entidad que preside Juan Carlos Escotet enfila una transición tranquila en lo que es su negocio. Y entre tanto resultado, los de Liberbank, esa espina clavada que tiene el venezolano: la entidad con base en Asturias ha recortado su beneficio más del 10%. Y lo acusa en Bolsa, convertida en un zombi. Está, más que nunca, a tiro de "opa". Continuará.

Cambios en el timón de Nueva Pescanova

¿Resulta lógico que siga al frente de una empresa un financiero colocado en el puesto por la banca acreedora cuando esas mismas entidades en breve dejarán de estar presentes en su accionariado? Parece que no. Ese muy bien puede ser el camino que le espera en breve a Jacobo González-Robatto, el presidente de Nueva Pescanova. Tiempos revueltos en la multinacional gallega.

Resulta que, al margen de Abanca, que sigue en pie, es su primer accionista, con un 39,3% del capital, y no está dispuesta a abandonar el barco, gran parte de la banca acreedora que capitalizó deuda en la anterior crisis y que se convirtió en propietaria de la compañía está dispuesta a vender. Entre ellos, Caixabank, Sabadell o Bank of America, que llevan meses buscando la puerta de salida. ¿El motivo? Varios.

Por un lado, Nueva Pescanova no está cumpliendo su plan de negocio, que le puede llevar de nuevo a las pérdidas al cierre del año. La compañía viguesa facturó algo más de 1.000 millones de euros el año pasado, cuando el objetivo fijado hace menos de tres años en ese plan de negocio era lograr 1.500 millones en ventas a finales del próximo ejercicio. Por tanto, está muy lejos.

Hay otra explicación a la estampida de los accionistas que se avecina. Como banqueros, y González-Robatto lo es (procedía del Popular), esos acreedores que ahora se sientan en el consejo de Nueva Pescanova siempre estarán más atentos a recuperar su pasivo comprometido y convertido en capital que en cuidar el negocio, del que no saben tanto. En Nueva Pescanova se quedará Abanca e Ignacio González, el consejero delegado. Al tiempo.