Blogue | Zona Franca

Una patronal sin patronos

Gane quien gane las elecciones a la CEG, no hay candidato de consenso ni con sólido pedigrí
Cartel de la CEG en la propia sede de la patronal gallega. AEP
photo_camera Cartel de la CEG en la propia sede de la patronal gallega. AEP

UN CLUB de fútbol tiene abonados. Una comunidad de vecinos suele estar integrada por los propietarios del inmueble. Algo similar sucede con una agrupación de pesca fluvial y sus socios. Y un sindicato, pues lógicamente cuenta con afiliados, aunque bien es cierto que cada vez menos. ¿Es posible que una patronal no tenga empresarios? Aquí vamos camino de ello. Porque estas elecciones a la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) llegan después de tres años de dura travesía en el desierto, sin presidente, y sonoras trifulcas y grescas que si algo han conseguido es hundir la credibilidad de la organización. Lo han logrado ellos solitos, sin ayuda. La pregunta sin respuesta es sencilla, pero a estas alturas sigue siendo una gran incógnita: ¿cuántas bajas de empresas asociadas se han producido en la patronal gallega en estos años de cisma interno?

Galicia es tierra de pymes, de minifundio empresarial convertido casi en marca, de individualismo como modo de vida, de rancio localismo, pero cuenta con grandes patronos. Es indudable. Repasar la lista de la revista Forbes, ese peculiar vademécun del dinero, nos habla de grandes patrimonios, de las fortunas con mayúscula entre los más ricos, pero en muchos casos no se trata de emporios heredados, sino construidos casi desde abajo, con mucho tesón y seguro que también una buena pizca de suerte. Amancio Ortega es punto y aparte. Pero en ese mismo inventario de ricos figuran empresarios de la talla de Luis Fernández Una patronal sin patronos Somoza, expresidente de Azkar y propietario de Inversiones Subel; la familia Freire con Megasa; los herederos de Manuel Jove; el fundador de Sacyr, José Manuel Loureda Mantiñán; los hermanos Domínguez, sobre todo encarnados por Jesús, Josefina y Francisco Javier... Y sin llegar a Forbes, ahí está Jacinto Rey y Constructora San José, o Copasa y José Luis Suárez. También cooperativas como Coren o grupos como Leche Río, multinacionales de la madera como Finsa o conserveras como Jealsa y Calvo, además de la cervecera Hijos de Rivera. Grandes empresas gallegas a prueba de tópico.

Sin embargo, nadie quiere saber nada de la patronal gallega. Sí en cambio, de otras organizaciones que, desde el entendimiento y el día a día, sin personalismos acusados, se han hecho un hueco en ese espacio que dejaba la Confederación de Empresarios de Galicia a base de broncas internas. Un ejemplo. En el comité de expertos armado por Núñez Feijóo en pleno confinamiento por la pandemia se integraron directamente empresas, caso de Inditex o Reganosa, pero también la Asocación Gallega de la Empresa Familiar. Por no hablar del rol que juegan patronales sectoriales como Asime, la asociación de industrias del metal, o Anfaco, un auténtico lobby de la conserva a escala nacional.

Todo este universo empresarial y de influencia parece quedar muy lejos de lo que se juega realmente la patronal gallega en las elecciones del próximo martes, que es básicamente su supervivencia. Porque ya no se trataba de buscar solo un candidato de consenso, sino de prestigio. Que dé la cara por una organización en ruinas. No ha sido posible ni una cosa ni la otra. Muy legítimas las opciones de José Manuel Díaz Barreiros, al frente de una conocida gestoría ourensana, y de Pedro Pablo Rey Vera, empresario, sí, pero más vinculado al movimiento asociativo, al frente de la Confederación Española de Empresas de Formación, integrada en la CEOE, la gran patronal de Antonio Garamendi. Ahí reside la baza del vigués, aunque no pinta del todo bien para él.

¿Y por qué tiene más opciones el ourensano? Pues por la sensación que existe entre los empresarios sobre esa nueva pinza, a modo de Operación Diéter Moure, que no duró un año en el cargo, armada desde A Coruña y Lugo frente a Pontevedra. Tres provincias contra una. A falta de desvelarse la posición de las sectoriales, demasiado cuesta arriba se pone el asunto para Pedro Rey si esta maniobra se confirma finalmente.

Suceda lo que suceda el martes en esa convocatoria electoral, la patronal gallega seguirá instalada en ese ombliguismo perpetuo, en esta ocasión por la debida obligación de restañar heridas. Lástima que Carmen Lence, empresaria, y que además concitaba consensos y ofrecía prestigio y gestión como aval, optara finalmente por rechazar presentarse. De haber aceptado, el martes tendríamos patronal y patrona.

Ángel Bernardo Tahoces | Adiós a una dirección xeral de las que queman

Desde la llegada de Núñez Feijóo a la Xunta estuvo en el cargo, la conocida como dirección xeral de Industria, que luego sería de Enerxía e Minas. Se trata de Ángel Bernardo Tahoces, que mucho ha tenido que bregar en estos años. Ha visto pasar a dos conselleiros por delante. Tampoco es tanto comparado con uno de sus antecesores en la etapa Fraga: Joaquín del Moral resistió en la misma dirección xeral a Juan Fernández, Antonio Couceiro o Rodríguez Yuste al frente de la que en su día fue la Consellería de Industria. Lo cierto es que dos de las áreas en las que se tenía que mover Tahoces son especialmente delicadas, con procesos contenciosos a diestro y siniestro, como es la energía y la minería. Eso quema.

José Ramón Pérez Nieto | Luto en la automoción y en Pérez Rumbao

ADIÓS al presidente ejecutivo del Grupo Pérez Rumbao, una compañía que anualmente matricula uno de cada cuatro coches en Galicia. José Ramón Pérez Nieto estaba al frente de una empresa familiar que ha sabido adaptarse y crecer en un mercado muy competitivo. Lo ha hecho desde Ourense, y recogiendo el testigo de su hermano Emilio. José Ramón era afable, participativo y se implicaba en muchos proyectos que iban más allá del propio sector de la automoción, como lo demuestra su vinculación, por ejemplo, al Foro Económico de Galicia. Las primeras concesiones de Seat y Pegaso en Galicia las consiguió Pérez Rumbao, un grupo que con José Ramón al frente no ha dejado de crecer. Toda una pérdida.