Blogue | Que parezca un accidente

La sombra del agujero negro es alargada

El miércoles podría anunciarse una imagen de un agujero negro, pero Manuel de Lorenzo nos explica que eso es lo único que no veremos

Agujero negro. ARCHIVO
photo_camera Agujero negro. ARCHIVO

Se esperaba que este año fuese relevante en cuanto a hallazgos relacionados con los agujeros negros. La comunidad científica preveía que el sistema de interferometría denominado Event Horizon Telescope, formado por nueve potentes radiotelescopios repartidos por todo el mundo, pudiese estar a punto de arrojar importantes resultados. 

Para entendernos: el sistema Event Horizon Telescope (EHT) vendría a ser como un telescopio a nivel planetario que se ha pasado los últimos cinco años apuntando al corazón de nuestra galaxia, al agujero negro supermasivo denominado Sagitario A* que se halla en el centro de la Vía Láctea. Se percibía en el ambiente que éste podría ser el año en que lo conociésemos directamente, ya que hasta ahora solamente hemos podido percibir su presencia observando las órbitas de algunas de las estrellas que se encuentran cerca y que giran a su alrededor atraídas por su enorme masa —estimada en unos cuatro millones de veces la masa del Sol—.

Y las sospechas parecen haberse confirmado cuando, de pronto, ha empezado a formarse un gran revuelo en todo el mundo debido a las misteriosas conferencias de prensa que se han convocado simultáneamente para el miércoles en Bruselas, Santiago de Chile, Shanghái, Tokio, Taipei y Washington, y en las que, según ha comunicado la National Science Foundation, se expondrá el "revolucionario resultado" obtenido por el EHT. Incluso en España se emitirá al mismo tiempo un comunicado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de igual forma que lo harán las agencias gubernamentales de muchos otros países. Es evidente que alguien ha visto algo a través de ese carísimo telescopio virtual.

El Observatorio Europeo Austral, que es como se denomina la organización astronómica intergubernamental europea, ha reconocido la enorme relevancia de los datos obtenidos, pero no ha querido revelar nada acerca del contenido de las conferencias de prensa convocadas, lo que ha generado todavía más expectación. Tanta, que algunas agencias de prensa y medios de comunicación se han lanzado a publicar que el EHT ha sido capaz de tomar la primera fotografía directa del agujero negro Sagitario A*, alrededor del cual gira en espiral toda nuestra galaxia.

Y aunque probablemente por ahí puedan ir los tiros, me temo que al final muchos se van a quedar con una extraña sensación de decepción. Con la impresión de que se ha armado mucho jaleo para muy poca cosa. El cuento de Pedro y el lobo. Porque, por mucho que algunos quieran anunciar que por primera vez en la historia el ser humano va a ser capaz de ver con sus propios ojos un agujero negro, esto es en esencia imposible. Porque los agujeros negros, sencillamente y a pesar de su nombre, son invisibles.

Los agujeros negros se llaman así porque nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su enorme poder de atracción


La realidad es que los agujeros negros se llaman así porque nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su enorme poder de atracción. La cantidad de masa que concentran es tan alta y la región del espacio en que lo hacen es tan pequeña —y por lo tanto, tan densa— que el inmenso campo gravitatorio generado impide que ninguna partícula que se le acerque lo suficiente pueda librarse de su fuerza atractiva. Los agujeros negros se lo tragan todo a su alrededor. Incluso los fotones. Por eso es imposible verlos. Porque la luz se queda atrapada en ellos. No puede llegar hasta nosotros. Lo único que podríamos ver si observásemos directamente un agujero negro, en resumidas cuentas, es una región del espacio en la que, en apariencia, no hay absolutamente nada.

Pero vaya si hay algo. Un agujero negro, dejando a un lado los tecnicismos, viene a ser un minúsculo punto infinito de materia. Se forman porque llega un momento en que algunas estrellas, llamadas gigantes rojas, tras varios miles de millones de años consumen por completo su energía y la gravedad de su enorme masa comienza a ejercer sobre sí misma, a comprimir la propia estrella, que pasa a ser una enana blanca con un volumen mucho menor que la gigante roja pero una densidad mucho mayor, y por lo tanto su campo de gravedad sigue actuando hasta comprimirla del todo y convertirla en ese punto reducido, hiperdenso y de una fuerza gravitatoria descomunal llamado agujero negro.

Todo lo que cae dentro de ese campo de atracción que lo rodea no puede escapar, ya que para lograrlo debería superar la velocidad de la luz y eso es imposible. El punto límite a partir del cual una partícula se ve atrapada por esa fuerza, el punto a partir del cual ya nunca más podrá salir de allí, se denomina horizonte de sucesos. Este horizonte es, por lo tanto, una superficie esférica que rodea al agujero negro y que, en realidad, conforma lo que nosotros entendemos propiamente por agujero negro. Porque es ese horizonte el que, una vez superado, no permite la vuelta atrás. Y el que no nos deja siquiera observar qué ocurre en su interior, porque ni la luz es capaz de regresar.

Lo que se nos va a mostrar en las conferencias de prensa del miércoles será, pues, una imagen de la luz que hay en la región inmediatamente adyacente al horizonte de sucesos y que el agujero negro, a medida que gira, va arrastrando consigo como si se tratase de un desagüe o un remolino. Lo que veremos es el halo de luz que rodea al agujero negro. Veremos el agujero negro porque eso será exactamente todo lo que no veremos en esa foto. Será solamente un vacío en medio de una media luna fina y luminosa. Como si sólo pudiésemos contemplar el sol porque se nos permite observar un eclipse.

El agujero negro que veremos solamente será, en definitiva, la sombra del agujero negro. Una sombra que llevamos un siglo deseando ver. Una sombra que, a la vista de algunos titulares, empieza a parecer, quizá, demasiado alargada.

Comentarios