NO DESFALLEZCAS. No todo lo que pasa tiene sentido ni todo sentido es de una sola dirección. No todo lo que aprendimos es real ni toda explicación justa. Lo seres humanos nos movemos con el mundo, las circunstancias nos acompañan o nos aplastan o nos consuelan o nos invisibilizan. Hay personas que, aún hoy, nacen y mueren en guerras absurdas, inasumibles. Hay gente que solamente conoce la violencia y sus oportunidades de algo, lo que sea, tienen que ver con el descanso, con el respiro, no con la felicidad.
Nuestra historia es una larga, agotadora y, por veces, incomprensible batalla contra la brutalidad. Pero no desfallezcas. Existen, todavía así, destellos que valen esa vida que, en muchas ocasiones, nos parece pobre, aburrida o desafortunada. De la misma manera que no tenemos el privilegio de estar a salvo de nada, tampoco nadie nos impide buscar la alegría, ni buscar el bien. No pierdas, entonces, ese impulso necesario que nos ayuda y que se solidariza con el impulso de los otros para construir lo que sea que haga falta construir. No siempre y no todo se combina de tal modo que resulta fatal. A veces tan solo hay que detenerse un instante y mirar alrededor; otras veces hace falta tiempo, fuerza y un poco de belleza. La belleza protege ¿sabes? Te defiende de cosas, colabora contigo, media en tus conflictos. Siempre para mejor. Sé que el camino es costoso y abrupto y, por momentos, o temporadas que se perciben como infinitas, puede llegar a ser doloroso. Si flaqueas, no busques la soledad o la huída. Piensa, en cambio, en la cantidad de posibilidades que te esperan, sólo si resistes un poquito más. No te conformes, la belleza no se agota ni se circunscribe a una hora o a un espacio. Aprende a mirar con dulzura un mundo que se desmorona por demasiadas esquinas pero que también es el tuyo. Aprende a reparar heridas demasiado grandes y a resolver problemas demasiado complejos. Trata de inventar algo distinto. Usa la imaginación para aventurarte en lo deseable; que nada, ni siquiera tú, te impida soñar lo desconocido, sospechar lo escondido, idear lo inalcanzable. Curiosea siempre que puedas, que la vida está repleta de puentes increíbles que dan paso a los descubrimientos. Descubrir es vivir más vidas que la que te ha sido dada. No sientas vértigo de tu propio yo, ni de las alturas de otros, ni tampoco del esfuerzo que supone intentar comprender lo que no comprendemos. No desfallezcas, vale la pena pensar que con lo que tenemos, con lo que hay, se puede construir una casa llena de miradas perplejas hacia el mundo, que suponen muchas preguntas y muchos descubrimientos. Eso nunca será demasiado. Y tampoco será el mejor mundo. Ni el peor mundo. Sin embargo, será el tuyo, el mío, el de todos los que lo compartimos.
Únicamente hazlo, sin desfallecer, sin sentir que todo es una repetición inútil, un terrible pozo en el que acaban todas las historias
No desfallezcas tampoco en el recuerdo. Nuestro pasado es una historia para contar, para pensar, una y mil veces, porque aquellos que nos siguen tienen derecho a conocer todos los datos para poder decidir en qué tipo de mundo les gustaría vivir. Y también porque, mientras lo contamos, le damos una vuelta más a nuestro pasado y, de esta manera, podemos reparar aquí, corregir allá, entender esto y lo otro, que en su momento no pudimos o no quisimos o ambas cosas. Si te preguntas para qué todo esto, no te lo preguntes tanto. Únicamente hazlo, sin desfallecer, sin sentir que todo es una repetición inútil, un terrible pozo en el que acaban todas las historias. Recupera la memoria para poder encontrarte con un sentido que, quizá se perdió en ese inmenso laberinto que es el tiempo que dura nuestra vida. Caminos que se entrecruzan y que a veces llevan y otras detienen y otras confunden y otras entierran. Pero no es inútil, repetir y repetir, porque nunca nada es lo mismo. No desfallezcas, no te preguntes con qué objeto. Simplemento hazlo. Porque simplemente haciéndolo, te darás cuenta de que es eso, de que ese es el sentido, de que esa es la respuesta, de que la diferencia, la felicidad, la sorpresa, el conocimiento, la comunicación, la dulzura están, precisamente, ahí.
