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La soledad de Beiras

El problema del histórico dirigente nacionalista no tiene nada que ver con el BNG sino con que ya nadie parece escucharle
 

Xosé Manuel Beiras. OLLOVIVO
photo_camera Xosé Manuel Beiras. OLLOVIVO

LA SEMANA POLÍTICA en Galicia puso en evidencia una realidad que lleva tiempo presente, aunque pocas veces se manifestó con tanta claridad como ahora: el impacto de las palabras y mensajes del histórico dirigente nacionalista Xosé Manuel Beiras es infinitamente superior entre los medios que entre su propia parroquia. O explicado de otra forma, que hoy le resulta más fácil generar titulares que ganar seguidores. Y esta circunstancia, en una persona con la trayectoria personal y el ego de Beiras, no es cuestión menor.

Sus palabras abriendo la puerta a caminar de nuevo junto al BNG en una alianza común para las elecciones europeas con su actual partido, Anova, acabaron convertidas en una enorme bola de nieve que, rodando montaña abajo, engordaron hasta reinterpretarse como un mensaje falso: el de que Beiras quiere volver al Bloque. 

En sus palabras, que no eran más que una idea lanzada al aire, no había nada de eso. Sin embargo, la reacción a las mismas, que fue brutal y exagerada, sí nos empuja hacia una conclusión: Xosé Manuel Beiras se está quedando solo.

→ Predicar en el desierto
Hace tiempo que el político compostelano, que cumplirá 83 años el 7 de abril, predica en el desierto. Tras abandonar el BNG en Amio hace siete años se reinventó en Anova y parió la exitosa Alternativa Galega de Esquerda (Age), una alianza de siglas y conceptos que confirmó que Beiras no solo iba por delante del resto en teoría y análisis político, sino que seguía manteniendo un enorme tirón electoral entre los gallegos. Pero en esa legislatura ya se vio a un diputado que iba de más a menos, en paralelo al propio grupo parlamentario, que acabó menguado y casi desintegrado por la mala gestión de sus problemas internos.

Su siguiente estación fue En Marea, otra criatura política en la que Beiras tuvo mucho que decir a la hora de dar sus primeros pasos, en los que negociaba con hilo directo con Pablo Iglesias. Sin embargo, era un espacio mucho más complejo de gestionar donde se encontró además con un montón de nuevas generaciones de aprendices de políticos, más curtidos en ver House of Cards que en leer a Maquiavelo o Marx, que buscaron referentes políticos de un perfil distinto. Cada vez con menos espacio, su rol se complicó todavía más cuando se encarnizó el pulso interno entre sus dos pupilos, Martiño Noriega y Luís Villares. La unidad popular para "derrotar o réxime do 78", como suele decir él, no caminaba ya por el sendero que él había marcado o que le gustaría que tomase. En ese momento, Beiras ya empezó a fiar más la suerte del cambio en España al desafío catalán y a posicionamientos de partidos antisistema como las CUP. Y entonces, desaparció.  

→ Vivir entre aduladores
Tras un tiempo alejado de los focos, Beiras reapareció esta semana por partida doble. Primero, para apoyar en un acto en Compostela al candidato de Podemos a las europeas, Pisarello; y por el otro, para soltar lo que soltó del BNG. En el partido de Ana Pontón, donde no le tienen ningún aprecio, se apresuraron a cerrarle cualquier puerta, una reacción tan inmediata, contundente y visceral que tuvo mucho de precipitada y errónea, porque el Bloque pudo explotar mucho mejor el momento, manteniendo la expectación y obligando a Anova a adoptar una posición oficial al respecto.

Tras el BNG, EH Bildu y ERC tampoco se pronunciaron a favor de la idea de incluir a Beiras en su coalición europea. Fue otro portazo en la cara.

Pero lo peor estaba por llegar. Desde la propia Anova, el responsable del partido, Antón Sánchez, venía a desautorizar de algún modo la propuesta de Beiras de coquetear con la vieja casa común del nacionalismo. Una afirmación respaldada además en las redes sociales por otros pesos pesados del partido como Antón Dobao.

Así que Beiras se enfrenta a un momento de soledad política insólito y muy difícil de digerir para alguien que, como él, se acostumbró a vivir rodeado de aduladores, desde aquellos ‘Beiras Boys’ del PSG como Ceferino Díaz o González Laxe, sus fieles escuderos históricos Mario López Rico y Luis Eyré u otros más recientes como Yolanda Díaz o Noriega. La mayoría de ellos ya encontraron otros a quien adular. E incluso algunos prefieren adularse a sí mismos.

La campaña de Feijóo y la ventaja de ser de muchos sitios a la vez 
El presidente Núñez Feijóo activó este sábado el modo líder del PPdeG para hacer precampaña de cara a las municipales y las europeas por Galicia. Será una constante en sus fines de semana hasta mayo, siempre que su agenda institucional se lo permita. Visitó A Bola, Celanova, Cangas y Vilagarcía, un tour por el sur que le permitió exhibir su condición de ourensano de nacimiento —y dicen que de carácter— y pontevedrés de residencia, ya que tiene casa en Vigo y Moaña. Su núcleo familiar está en A Coruña y su residencia oficial, en Santiago. No es este un tema menor, porque un vigués o un coruñés siempre tendrán un plus de dificultad para llegar a Monte Pío. Se llama localismo.

Al fin buenas noticias para el tren a Lugo
Más allá de lo que cuenten los Presupuestos del Estado y los compromisos de inversión plurianuales, el tren lucense empieza a tener buenas noticias. La primera es que el proyecto Ourense-Lugo tendrá prioridad sobre el de Ourense-Vigo, por mucho que le escueza a Abel Caballero. Hay dos razones para ello: una es que mientras a Lugo llegan carracas diésel, a Vigo se puede viajar en buenos convois vía Santiago sin que suponga ningún trauma; y la otra que el proyecto hacia Lugo no exige de arranque los largos y complejos estudios técnicos de la línea a Vigo por Cerdedo, que pueden demorar bastante la obra. Y la segunda buena noticia para el mundo ferroviario lucense llegó esta misma semana en las páginas del Boe: expropiaciones para una subestación y los centros de autotransformación. Buceando un poco en el boletín oficial se concluyen asuntos interesantes, como que la electrificación de la vía no se va a demorar mucho desde que se expropie y que será un proyecto potente en corriente alterna, la del Ave. 

La receta de la ministra Carcedo no vale
Me sorprendo  esta semana la reunión de la ministra de Sanidad, Luisa Carcedo, con las comundidades autónomas para abordar la crisis sanitaria en general y de la Atención Primaria en particular. Y me sorprendió porque no tiene mucho sentido montar tal despliegue logístico y mediático para poner sobre la mesa como medida estrella para parchear la crisis a corto plazo retrasar la jubilación de los médicos. La razón es que se trata de un retraso siempre voluntario, algo que ya se hace en Galicia, y que aunque pintado sobre el papel pueda parecer una gran idea, en la práctica tiene lagunas importantes. Porque en líneas generales aquellos médicos de familia que vivan relajados en un pequeño ambulatorio del rural, con una ratio de pacientes relativamente baja, no tendrán problema en prolongar su vida laboral. Pero aquellos más saturados en cuyas agendas no cabe ya ni una receta de ibuprofeno lo que están deseando es marcharse a su casa. Y por desgracia para las cuentas de la ministra, cada vez hay más de estos. 

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