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El canon Bértolo

Si hay aventuras arriesgadas en la literatura son todas aquellas relacionadas con la selección de libros. La creación de un listado de textos que de una u otra manera nos identifiquen como sociedad. ¿Quienes somos? es una lúcida reflexión sobre la literatura como espejo
Bértolo

CADA VEZ NOS acosan con listados de libros que buscan meter el océano en una botella. Hacer de diez, veinte o treinta libros un compendio de los mejores libros del año, de la década o del siglo.

 Es por ello que la apuesta de Constantino Bértolo (Navia de Suarna, 1946) por confeccionar un listado de textos que representen la literatura en España en el siglo XX no deja de tener mucho de temerario en su aventura. Pero una vez que el lector se suma y se hace cómplice de ese desafío bautizado como ¿Quiénes somos? (Editorial Periférica). Enseguida entiende, reconoce, y acaba aplaudiendo lo que  podría definirse como una gesta, la creación de una suerte de canon literario del siglo XX que, abandonando trillados itinerarios, se descuelga por una serie de corredoiras en las que diferentes textos sirven de radiografía de un tiempo y de un ambiente social, pero también de muchas más cuestiones relacionadas con el devenir histórico de un país como España y sus clases económicas, sus intrigas políticas, sus movimientos sociales... En definitiva, Constantino Bértolo, de manera lúcida, convierte la literatura en una suerte de espejo ante el que hacer desfilar a este país, que se ve deformado por las visiones personales de cada uno de los diferentes autores convocados por sus obras.

Nace el libro del encargo de un editor inolvidable, Julián Rodríguez, fundador y alma máter de una editorial, Periférica, que muestra en su catálogo algunos de los textos más interesantes publicados en castellano en las últimas décadas en un camino firme e íntegro. De editor a editor el compromiso tenía una serie de limitaciones. Elegir 55 libros, dejando fuera la literatura latinoamericana y las otras lenguas oficiales del Estado, también que el comentario de cada uno de los seleccionados no excediera del folio y medio. Surge así un febril itinerario por un siglo XX que va de Azorín con La voluntad, al propio Julián Rodríguez, con Cultivos, y con hitos en el camino que nos conducen a autores esenciales de nuestras letras pero a los que se remite a través de textos poco habituales cuando solemos aproximarnos a ellos; pero también se recuperan nombres con los que la historia y otros listados más académicos no han sido en absoluto generosos, pese a sus evidentes virtudes.

En estas piezas se convoca un amplio saber de nuestro sistema literario, por parte de alguien que lo conoce bien,

Es, después de esa selección, cuando nos adentramos en el segundo de los méritos de este tránsito literario, y es lo bien escritas que están todas y cada una de las recomendaciones, convirtiéndose en brillantes destellos literarios que por ese tamaño limitado dejan un fantástico sabor de boca. Y así aparecen párrafos como el dedicado al Viaje a la Alcarria de Cela: «Es un libro bien escrito, con unos sustantivos de mucho peso, adjetivos con vuelo, inesperados y ocurrentes, unos verbos con oportunidad y trote, y los adverbios bien ajustados...», y como este un buen número de ellos que iluminan a María Zambrano, Carmen Laforet, Buero Vallejo, Carlos Oroza o Ray Loriga, por desplegar un pequeño itinerario de nombres de épocas y géneros literarios diferentes.

En estas piezas se convoca un amplio saber de nuestro sistema literario, por parte de alguien que lo conoce bien, y que desde su labor de editor en sellos como Debate o Caballo de Troya posee una larga y profunda visión de este ecosistema de la cultura española. Establece diferentes implicaciones entre unos y otros libros por lo que tienen de reflejo de una situación determinada en nuestro país, tanto desde lo histórico como desde lo literario. Dos ámbitos humanos que se comunican de manera permanente en esta selección que hace de esos dos elementos los puntos de encuentro desde lo literario. 

Son, al tiempo, textos seductores desde lo didáctico, se aprende muchísimo con su lectura, no sólo al abrirnos a textos poco conocidos, sino al diseccionar los más conocidos de una manera inteligente y diferente, estableciendo no pocas conexiones con nuestro hoy. Como si por la espina dorsal de este país se definiesen una serie de ingredientes poco alterados desde que el siglo XX llegó con su dinamismo e ilusiones, rápidamente destrozadas por la propia condición humana. Esos guiños con el pasado desde el presente dotan al libro también de una especie de enseñanza sobre la literatura y los escritores como brújulas para indagar en ese ¿quiénes somos?, y la capacidad de la escritura por balizar nuestra situación en cada uno de los momentos que la historia nos depara.

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