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De robots, jueces y Dios

Los jueces debieran estar sujetos a las tres reglas de la robótica
Fotograma de la película Yo Robot (2004). DP
photo_camera Fotograma de la película Yo Robot (2004). DP

LAS TRES leyes de la robótica, formuladas por Isaac Asimov en 1942, cuando no había robots, son una especie de mandamientos formulados de manera muy divulgativa y simplona por el científico para que los podamos entender ustedes y yo sin mayor dificultad.

La primera ley viene diciendo que ningún robot debe dañar a un ser humano ni por omisión permitir que sea dañado; la siguiente, que el robot ha de obedecer al humano siempre que no se incumpla la primera ley, es decir que si usted es un robot, que espero que no, no puede matar a una persona aunque se lo ordene otra, ni hacerle daño, pero salvando esos casos, ha de obedecer. La tercera y última ley dice que el robot ha de proteger su integridad siempre que ello no entre en conflicto con ninguna de las dos primeras leyes.

Nada más. Casi todos los autores de ciencia ficción coinciden en la aplicación de las tres leyes de la robótica, pues su cumplimiento garantiza una perfecta sintonía entre las funciones del robot, que es servir al humano, y una cordial convivencia entre unos y los otros.

Es curioso, pero lo que esto indica es que cuando Asimov y quienes le siguen imaginan a un robot, y a pesar de que lo colocan en una posición de inferioridad y servidumbre, le exigen que sean mejores que los humanos. Si Moisés hubiera recibido de Dios las Tablas de la Ley con las tres leyes de la robótica, se hubiera ahorrado siete mandamientos. Los Mandamientos, como las leyes de la robótica se centran en lo que no podemos hacer. No mentir, no asesinar, no robar y estas cosas que según nos dicen, sólo las hacen los inmigrantes sin papeles.

Los jueces, por ejemplo, debieran estar sujetos a las tres reglas de la robótica: no harás daño, obedecerás las órdenes que te den los humanos, expresadas por sus representantes en formato de leyes y preservarás tu integridad. Luego, puedes hacer lo que quieras mientras no incumplas ninguna de lo que llamaríamos las tres leyes de la judicatura.

Pero ya que me habla usted de robots, religión y jueces, hay un reciente ejemplo de que estos tres universos aparentemente tan dispares, se pueden encontrar, como el otro día, cuando un juez de Compostela dictó una sentencia que obliga a quienes quieran estudiar Robótica en Bachillerato a cursar también la asignatura de Religión. Hacia la robótica pasando por Dios. Si renuncian a Dios, también a la robótica.

No entiendo yo de qué manera ambas disciplinas han de ser complementarias, salvo que el objetivo del estudiante sea diseñar robots sacerdotes, lo que no vendría mal vista la escasez de vocaciones. El objetivo de la robótica, de hecho es competir con Dios en la creación de seres inteligentes. Como cuando la torre de Babel pero con Robots.

Hay quien no cumple las leyes de la robótica, como ese juez o los militares que diseñan drones para matar, pero es precisamente el incumplimiento lo que humaniza a los robots. Los drones que matan no dejan de ser instrumentos de la robótica. Los diseñan saltándose las tres leyes a lo loco. Cuando en una novela de robots uno empieza a comportarse como un humano, normalmente por un error en la programación, los humanos se aterrorizan. Si el robot protagonista decide matar, todos y todas lo ven como a un monstruo. Mucho peor que a un homicida humano. Aunque el robot asesino sólo sea uno y en la misma novela haya quince humanos asesinos, el que da miedo es el robot, no entiendo el porqué.

Ése es el camino, humanizar a los robots, lo cual es una falta de respeto hacia ellos y una cobardía por parte de quien los diseña para hacer cosas humanas, como montar genocidios u obligar a un alumno a estudiar Religión si quiere dedicarse a la robótica. ¿Qué cree el juez? ¿Que los alumnos harán mejores robots si conocen a Dios? ¿Quiere formar una legión de robóticos cristianos? Luego que si esto es un Estado aconfesional. Si es usted alumno o alumna de robótica, haga lo siguiente: persista, vaya a la Universidad y como trabajo de fin de grado me hace un robot capaz de ir al despacho del juez y encerrarlo ahí hasta que pueda recitar de memoria las Sagradas escrituras.

Parecerá un problema menor salvo para los perjudicados, pero no lo es. Cada día vemos sentencias estúpidas como ésta y eso va minando nuestra confianza en la Justicia. O muy mal se explican algunos jueces, o muy mal está lo que queda de ella.

Bien, mientras hacen sus prácticas de robótica, los alumnos podrán recitar salmos: "Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos; porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal".