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La otra Transición

Luis Bárcenas. J.J. GUILLÉN (EFE)
photo_camera Luis Bárcenas. J.J. GUILLÉN (EFE)

CREO QUE lo que ocurre es que en España el poder se adopta de forma hereditaria, de presidente a presidente. Lo veo ahora, que están de moda las cloacas de Interior y vamos sabiendo sobre el caso Kitchen. Desde el minuto uno de la llamada Transición, Suárez heredó de Arias Navarro las cloacas y las utilizó. Cuando hablamos de los Gal de la era Felipe solemos olvidar que durante la etapa de Adolfo Suárez hubo más de media docena de grupos terroristas montados desde las estructuras del Estado y financiados con dinero del Estado que asesinaron a 66 personas.

Todos luego utilizaron las cloacas a su manera. Nadie llega a presidir España sin espiar y ser espiado. Hasta Gallardón y Esperanza Aguirre se acusaba de espionaje siendo uno alcalde y la otra presidenta de la Comunidad o viceversa, que ambos ocuparon los dos cargos. Rubalcaba era un genio de las cloacas, hay que decirlo. Imagino que cuando un ministro de Interior entra en su despacho por primera vez para jurar el cargo, la primera visita es de un mando policial que le dice algo así: "Ministro, te voy a contar un poco cómo va esto". Les guste más o menos, tienen que heredar una manera de hacer las cosas que viene de un estructura montada durante el tardofranquismo y que se basa en hacer lo que les dé la gana.

El caso Kitchen tiene un ingrediente novedoso. Es la primera vez que un partido político se ve envuelto en la utilización de fondos reservados y en la creación de un sistema policial paralelo dedicado en parte a trabajar para el propio partido, no ya en nombre del Estado. Es una trama bastante cutre, todo hay que decirlo. Contrataron al chófer de la señora de Luis Bárcenas para que la espiase y robase unas pruebas que comprometerían seriamente a toda la cúpula del partido. Todo acabó de la manera más estrambótica, cuando mandaron a un mercenario vestido de sacerdote y armado con una pistola entrar en casa de los Bárcenas, maniatar a la empleada de hogar, a la esposa del extesorero del PP y al hijo y ponerse a pedir a gritos un pendrive hasta que el hijo de Bárcenas, el de Taburete, se abalanzó sobre él y le pegó un cabezazo. Todo ello presuntamente, presuntamente.

Según algunos mensajes y correos que han salido a la luz, tanto el ministro Fernández Díaz como el mismo Rajoy serían conocedores de los hechos y puede que inductores en mayor o menor medida. En medio de todo aquello andaban también Cospedal, su marido y como siempre, Villarejo. Pero no se altere nadie. Esos espionajes, el secuestro y todo esto era para robar a Bárcenas documentación sobre la financiación ilegal del PP, una investigación que parte de 2007 y que irá dando sentencias durante años, pero sin prisas.

Nadie llega a presidir España sin espiar y ser espiado

Yo no sería ministro del Interior ni por todo el oro del mundo. Miento. Por todo el oro del mundo sí, pero para vivir como un rey emérito, no para ir por ahí espiando a rivales internos y externos ni para disfrazar de sacerdote a un señor. Yo lo disfrazaría de mariachi. Puestos a hacer el ridículo, mejor a lo grande. Pues sí, estas cosas se heredan y van en el cargo. Al chófer de Bárcenas le pagaban comilonas y dos mil euros al mes. También le regalaron una pistola de setecientos euros cargada a los fondos reservados. Pero para qué necesita un ministro del Interior o su secretario de Estado comprar una pistola es algo que se me escapa, siendo como son los jefes de la Policía y la Guardia Civil. Tenían a su disposición todas las pistolas de España. Igual les entró miedo a que los pillaran mientras se mandaban mensajes incriminatorios que quedaban ahí guardados.

Eso no lo va a cambiar nadie, hágame caso. Si algún día Pablo Iglesias pudiera nombrar a un ministro del Interior sucedería lo mismo de siempre: "Ministro, te voy a contar un poco cómo va esto". Y en cinco segundos ya está manejando las cloacas del Estado, pinchando teléfonos y disfrazando a mercenarios. Es así, no le dé usted más vueltas que se me marea. Y si el que nombra ministro del Interior es Abascal, qué quiere usted qué le diga. Es capaz de nombrar a Ortega Smith. Imagínese a Ortega Smith en Interior, que está muy loco y ahora los de VOX dicen que lo que tiene que hacer un policía cuando se encuentra frente a un delincuente es tirar a matar. Plomo.

El juego sucio, con mayor o menor intensidad, ha sido una constante ininterrumpida desde 1978. Desde mucho antes, en realidad, pero desde el 78 tuvieron que intentar el disimulo, y más tras ver entrar en la cárcel a la cúpula de Interior de Felipe. Vera y Barrionuevo fueron leales y no implicaron a Felipe. Pero ahora el primero que cantó fue Francisco Martínez, ex número dos de Interior, al comprobar que querían que se comiese el marrón él solo. Hay mucho cantarín últimamente y eso es bueno. Está Corinna, está Villarejo y está el propio Bárcenas, además de mucha prensa, también extranjera que arroja luz sobre lo que realmente fue la Transición.

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