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Ribadiso da Baixo y la magia del Camiño

Las joyas del Camino

Cuentan muchos expertos peregrinos, de esos que han hecho todas las rutas posibles, que el albergue de Ribadiso da Baixo, municipio de Arzúa es el mejor que han visto. Otros tendrán otra opinión, pero nadie discutirá que este es una maravilla por muchos motivos. Primero, ya para empezar dando pruebas, hay que señalar que es el albergue más antiguo de nuestro país. Fue construido entre los siglos XII y XIII como hospital de peregrinos y ahí sigue, casi mil años después cumpliendo la función para la que fue creado. Bien pensado, edificaciones religiosas aparte, no creo que existan muchas estructuras civiles, si es que alguna tenemos en Galiza, que lleve tanto tiempo dedicada a su finalidad primigenia. Ni los castillos cuentan, que aunque algunos sigan ahí, no funcionan como tales, pues por desgracia nadie los asedia ni hay ballesteros o alabarderos defendiéndolos. Una pena todo.

Luego es que se encuentra en una aldea que si los datos están actualizados, cuenta con 9 habitantes. Nunca fue un gran centro poblacional, pues ni siquiera aparece en diccionarios geográficos que se pusieron muy de moda entre los siglos XVII y XIX. Alguien decidió montar ahí el hospital por la simple razón de que por ahí coincidía la mitad del Camiño entre las etapas que salen de Palas de Rei y la de O Pedrouzo. Se hacían las cosas con sentidiño. Las etapas que conocemos hoy de todas las variantes del Camiño, salvo algún retoque, son las mismas desde el principio. De ahí que siga funcionando y que cuando alguien se pone a promocionarlo vaya como un tiro. Y por eso los otros dos grandes centros de peregrinación históricos, que son Roma y Jerusalén ya no reciban peregrinos sino turistas, incluyendo a los que acuden por motivos religiosos. Porque con el paso de los siglos se han eliminado las rutas y por tanto las etapas.

Así que tenemos un albergue casi milenario y una aldea diminuta pero preciosa. Muy cerca del albergue hay también un puente medieval que forzosamente es anterior al antiguo hospital de peregrinos, pues no se construía un hospital junto a un río si no había puente para cruzarlo, en este caso el río Iso. El entorno natural es espectacular. Puede verlo en fotos, como hice yo, pero las descripciones de quienes han disfrutado del lugar son más elogiosas que las fotos. No siempre una imagen vale más que mil palabras. De todas las imágenes que he visto, la que más me gusta es la que ilustra este texto, obra de Tania Solla, como siempre.

También hay pocos principios o finales de etapa, que vienen siendo ambas cosas la misma, donde el tiempo que transcurre entre la llegada al albergue y la hora estipulada de cierre, puede dedicarse a la contemplación, a la reflexión, al contacto con el entorno natural. En casi todas las etapas hay muchas cosas que hacer, lugares donde comer, comercios donde comprar, terrazas en las que disfrutar de una caña o de un zumo de melocotón. En Ribadiso da Baixo es obligado hacer balance, disfrutar del Camiño de otra manera y, si acaso, aprovechar si uno quiere para hacerlo en compañía, pues a pesar de que solamente viven 9 personas en la aldea, el el albergue caben 65 personas y siempre está lleno.

El edificio fue sufragado y gestionado en origen por una cofradía de plateros. Las cofradías que manejaban dinero dedicaban buena parte de sus beneficios a obras sociales y aquí acertaron de pleno. Hoy pertenece a la red de albergues de la Xunta, actual propietaria del inmueble y responsable de su funcionamiento. También una buena decisión. De no ser así hoy sería un edificio en ruinas o una casa rural y no estaría a disposición de los peregrinos sino a la de cualquiera que quisiera pasar una semana tranquila y se la pudiera pagar. Pero de esas afortunadamente ya hay muchas, pero albergues como el de Ribadiso sólo hay uno y es maravilloso que mantenga la función para la que fue diseñado. Eso se llama respeto a la Historia y al país, algo que merece ser destacado.

Los expertos recomiendan madrugar y salir tempranito de Palas de Rei y llegar a Ribadiso a buena hora: primero, porque así tendrá más tiempo para disfrutar de una jornada en un lugar único al que nadie va si no es por el albergue; y luego porque si llega usted tarde es muy probable que, a pesar de la buena capacidad con la que cuenta, es probable que lo encuentre ocupado. De ser así, no demasiado lejos hay albergues privados, o sea que sin ser acogido no queda usted, pero no es lo mismo pasar la noche en un albergue construido en el S. XII para atender a los peregrinos que hacerlo en otro lado. Los que lo visitan lo definen como un lugar donde se experimenta toda la magia del Camiño.

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