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El año de los cierres

Endesa, Naturgy, Alcoa, Ence... 2019 acaba con el peor escenario para la industria en Galicia
Central térmica de Endesa en As Pontes. EP
photo_camera Central térmica de Endesa en As Pontes. EP

LOS ENCARGADOS de escribir el guión de la economía gallega no dejaron que su mano izquierda supiera lo que hacía la derecha durante este 2019 que ahora termina. Una apuntaba a un año moderadamente optimista, con un cuadro macro de crecimientos del PIB similares a la media española que permitían resoplar de alivio después de años de crisis. Era la transición tranquila, apacible, con algún nubarrón, sí, pero que se ceñía sobre todo a una más que evidente caída de las exportaciones, con el Brexit como gran incógnita exterior. Mientras todo eso hacía la izquierda, con aparente buena letra, la mano derecha de esos mismos guionistas tomaba decisiones que han llevado a la gran industria implantada en Galicia a transitar por el más oscuro de los túneles. El peor e inesperado escenario. Casi impredecible.

Como el casco de un buque que se parte en dos en medio de la travesía por un inesperado golpe de mar, esta vez el año finaliza con cierres de grandes complejos industriales, avanzados a la vuelta del verano pero larvados en los despachos durante meses. El primer síntoma del cierre de una compañía es la falta de inversiones previas. Un bajar los brazos durante años. Suele ser la peor antesala. Hay casos evidentes. Por ejemplo, la planta coruñesa de Alcoa, que en plenos estertores, en julio, logró un comprador como única vía para su todavía incierta salvación. Otro tanto sucedió con Naturgy en Meirama. La central llevaba tiempo condenada. Solo hacía falta firmar el acta de defunción, como sucedió con el inicio del año. Pero los casos de la fábrica coruñesa, de la multinacional del aluminio o de la central de la antigua Gas Natural Fenosa solo eran el amargo aperitivo de lo que estaba por llegar a la vuelta del verano.

La norma de la falta de inversiones como palanca segura de cierres no se cumplió en As Pontes y Endesa mantiene el guión: comunica la clausura de la mayor central térmica de España, la recolocación de unos 170 empleados, son los directos, en labores de desmantelamiento y apuesta por las renovables. A negocio muerto, negocio puesto: propone sustituir en Galicia los 1.468 megavatios térmicos de la central por otros 1.505 megavatios renovables en el periodo 2020-2026, con una inversión de unos 1.580 millones de euros. Al contrario que en Carboneras (Almería), donde reemplaza la central por megas solares y eólicos, el grupo italiano no detalla en qué tipo de energía va a invertir esa cantidad en Galicia. Si fuese en parques eólicos, como todo parece indicar, ese plan pasa por incrementar de golpe casi un 40% el actual parque gallego, que suma prácticamente 4.000 megavatios. Un exceso. Siguen pues, las incógnitas, con una Xunta descolocada ahora pero que tendrá mucho que decir si el plan B de Endesa pasa efectivamente por la energía eólica.

El año que ahora acaba fue a más, no a menos, por desgracia, y el turno de Alcoa llegó con el broche de una subasta de interrumpibilidad que la deja herida de muerte. Las dos plantas de San Cibrao son a la provincia de Lugo lo que Inditex a una ciudad como A Coruña o Citroën a Vigo. Estamos ante el fin de unos mecanismos (las subastas) que son simple y llanamente incentivos encubiertos que acabamos pagando todos en el recibo de la luz. Esa es la realidad que no queremos ver ahora, ni falta que hace en este momento, dirán algunos. Pero el guión estaba escrito desde hacía muchos años. La prueba está en que los mil megavatios a subastar esta vez, en vez de los 2.400 de la anterior convocatoria, son los que realmente necesita Red Eléctrica para ordenar y completar el respaldo del sistema. Es el mercado sin edulcorantes.

Pero los malos pronósticos para la planta de San Cibrao, que no tardarán en ser una amarga realidad, vienen precedidos de muchos errores, en este caso no por acción, sino por omisión. El Gobierno no ha querido o no ha sabido dar respuesta a las industrias electrointensivas, con una política de mirar hacia otro lado y que supone también una sentencia para muchas otras compañías, caso de Celsa o Ferroatlántica. Un año perdido y un coste laboral de incalculables consecuencias es lo que tiene este sector por delante.

El rol del Ejecutivo de Sánchez, a través de la Abogacía del Estado, sí tuvo un papel activo en otra crisis, esta vez en la ría de Pontevedra. Fue en antesala electoral. La pórrroga de la concesión de Ence está a punto de ser resuelta en la Audiencia Nacional. Y más allá de lo que diga una sala, ya va siendo hora de que las fuerzas políticas gallegas digan claramente, de una vez sin miedo a perder votos y dignidad, si quieren una fábrica de celulosa en Galicia o no. Porque el traslado es inviable. Es lo que hay.

Galicia cambia de patrón de crecimiento

A falta de un nuevo modelo, tantas veces debatido durante los años de la crisis (2008- 2018), la economía gallega sí ha cambiado de patrón de crecimiento durante este 2019 que ahora toca a su fin. En síntesis, seguimos igual, con la misma estructura productiva, pero los roles de la demanda cambian al ritmo de un nuevo motor: el consumo. Siempre atinados, el último análisis del Foro Económico de Galicia nos ofrece una diáfana resonancia de este tránsito hacia una nueva economía en la que ya no pesa tanto el comercio exterior como la demanda interna. Veamos en qué cambia Galicia.

Han sido más de tres años con crecimientos iguales o superiores a la media estatal, pero el último trimestre analizado (de julio a septiembre) ha servido para comprobar que Galicia presenta por primera vez desde el arranque de 2016 una tasa de creciemento inferior a la de la economía española. El crecimiento del PIB gallego se sitúa en el 1,7%, el ritmo más débil desde finales de 2014. Lo hace también con cambios sustanciales. Por ejemplo, es la demanda interna el indiscutible motor de crecimiento, al contrario que en los años de crisis. Ahora, la aportación de la demanda externa es negativa, detrae puntos al PIB, aunque la balanza comercial sigue en positivo.

El laboratorio de ideas de González Laxe y Lago Peñas apunta a que el último trimestre analizado refuerza este cambio: la demanda y el consumo de las familias, especialmente, contribuyen al crecimiento agregado del PIB con 2,9 puntos, en tanto que el saldo exterior neto resta otros 1,2 puntos. Y todo ello pese a que tanto las exportaciones como las importaciones siguen avanzando.