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Las cuentas del cambio

La inestabilidad política, la ralentización y el año electoral marcan el presupuesto gallego
Alberto Núñez Feijóo. LAVANDEIRA JR. (EFE)
photo_camera Alberto Núñez Feijóo. LAVANDEIRA JR. (EFE)

LA conocida como ‘tríada’ es la lesión que más temen los futbolistas. Es tan grave porque en realidad son tres lesiones en una: se rompen a la vez el menisco interno, el ligamento cruzado anterior y el ligamento lateral interno de la rodilla. Pocos son los que se recuperan al 100%. Y como una particular tríada, pero sin lesiones aparentes, tres son los elementos que confluyen en los presupuestos de 2020 que acaba de presentar la Xunta y que lo condicionan casi todo. Un repaso de urgencia a las líneas generales que incorporan las cuentas el próximo año permite detectar esos tres componentes en el principio activo que son los presupuestos: inestabilidad política con un horizonte incierto en Madrid, cambio de ciclo económico dentro de un proceso de ralentización que irá a más y, por último, un año electoral especialmente relevante en Galicia.

Que estamos llegando muy justos a un cambio de ciclo es una evidencia y las cuen tas así lo reflejan. Como un tiralíneas, el presupuesto (esos 10.149 millones de euros de gasto, unos 300 millones más que este ejercicio) fija un escenario macroeconómico que establece un crecimiento del PIB del 1,9% el próximo año. Muy alejados, por tanto, de las tasas del 3,4% o 3,2% de las que venimos, en años como 2016 o 2017. Galicia crecerá ligeramente por encima de la media española, que también marcará registros por debajo del 2% durante varios años. Y también por encima de la zona euro, nuestro gran cliente. Es un nuevo escenario que apunta al inicio de una etapa casi plana.

Pese a esta atmósfera, las cuentas diseñadas por el conselleiro de Facenda albergan cierto optimismo en algunas variables, que solo el tiempo se encargará de resituar o no. Es el caso, por ejemplo, de la balanza exterior y la recuperación de las exportaciones, rompiendo con la abrupta caída de este año. La Xunta cree que las exportaciones gallegas crecerán un 2,9% en 2020, frente a un retroceso superior al 5% del presente ejercicio. Valeriano Martínez debería explicar el porqué de tanto entusiasmo en este sentido. Sobre todo, por otro dato, la formación bruta de capital, es decir, las inversiones empresariales, retrocederán casi dos puntos, hasta el 3%, y su alza será menos de la mitad de un año como 2018. El gasto y el consumo de las familias también caerá de forma acusada. Que un ciclo toca a su fin se ve también en la creación de empleo. Y ya durante este año. Pese a ello, la tasa de paro en 2020 caerá al 10,6% para situarse, sobre el papel, en el 9,5% en 2021.

Entrando en sustancia, por el lado de los ingresos, las transferencias corrientes y de capital que recibirá la Xunta el próximo año se van a los 3.644 millones, tanto como todo lo que ingresará por los impuesos indirectos, ya sean propios o cedidos (Iva, impuestos especiales, tributación autonómica sobre el juego, impuesto sobre la contaminación atmosférica, transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados). Pese a las rebajas fiscales anunciadas, la Administración gallega recaudará por impuestos más de 6.250 millones, con un alza media (entre directos e indirectos) superior al 6%. La contención del recurso al endeudamiento permite liberar unos 192 millones, que es el ahorro se produce por unos menores costes financieros del servicio de la deuda. Por ahí vienen las buenas noticias para un Gobierno que ha hecho bandera de la limitación del endeudamiento en los años de la salida de la crisis.

Son pocos los gobiernos autonómicos que no entran a valorar cada presupuesto como el más social. Cada año. Es un clásico. Y esta vez no iba a ser menos. Facenda dice que esta partida, la del gasto social, siempre dúctil, se irá hasta los 7.400 millones de euros, con sanidad y educación como pilares. Pero si atendemos a la clasificación del gasto total no financiero por capítulos (el total son esos 10.149 millones), comprobamos que los gastos de personal superan los 4.000 millones. En síntesis, del total del gasto corriente (casi 8.500 millones), algo menos de la mitad se irá a pagar nóminas.

Las cuentas de 2020 fijan que la Xunta destinará a inversiones reales poco menos de 1.000 millones de euros. Esta partida crece un modesto 1,9%, frente al 3,6%, por ejemplo, de los gastos de personal. Y ese es el margen que tiene para actuar: 18 millones de euros más que este ejercicio.

Esas inversiones también marcan prioridades: los recursos destinados a la industria crecen, pero lo hacen mucho más los que recibirá el turismo, en la antesala de un Xacobeo. También crecen las actuaciones ambientales, la dinamización del rural y la educación, en detrimento del I+D+i, la pesca y la cultura. Es lo que toca en un año electoral y marcado por la incertidumbre.