Opinión

Líderes

PARA ejercer de líder hay que nacer, tener madera de ídem. A veces se inventa, sin éxito. Así hay tan pocos que superen la prueba de su ‘fabricación’ espuria, y las evidencias, como el algodón, no engañan. Padecemos ahora la consecuencia con dirigentes políticos obtusos para formar un Gobierno que garantice la estabilidad del país y el adecuado funcionamiento de las instituciones, de la economía, de las reivindicaciones sociales... O aún peor: negados para ponerse de acuerdo entre sí para salir del atolladero en que nos metieron, lo cual les inhabilita moralmente para toda funcionalidad. Sánchez, el principal culpable, incapaz de admitir su torpeza, culpando a los demás, que tampoco son inocentes, lamenta la matraca de no poder formar un gobierno progresista, que ni él mismo sabe lo que es. ¿En qué gravita la progresía de Sánchez? Ser presidente a cualquier precio, para colmar su ambición personal, sin importarle para nada lo que le rodea, finalidad de cualquier ególatra que se precie. Ya se sabe que no es posible, o cuando menos es difícil, pero lo razonable sería que este ramillete de cabecillas fracasados, Sánchez el primero, se apartasen de una vez para despejar el sombrío horizonte. Otros no podrían ser peores.

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