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O nos colgarán por separado

En España prefieren que nos vayan colgando por separado antes que permanecer unidos en una lucha que, todo hay que decirlo, tampoco desde el Gobierno se ha llevado con ejemplaridad
Vista de la Comisión de Sanidad a través de un 'ojo de pez'. EFE
photo_camera Vista de la Comisión de Sanidad a través de un 'ojo de pez'. EFE

QUÉ MAL va todo, de verdad. Eso es por no seguir aquel consejo de Benjamin Franklin: "O permanecemos unidos o nos colgarán por separado". Y eso es un poco lo que está ocurriendo. No permanecemos unidos y además cada quien se mete en terrenos que no le corresponden. Buena parte de la clase política se dedica a echar en cara a los demás que hagan política: "No hagan política con la pandemia". No, si le parece a usted mejor será que hagan punto de cruz. Los políticos están para hacer política y aplicar, siguiendo criterios científicos y técnicos, aquellas medidas que consideren oportunas. Contratar rastreadores es hacer política; reforzar los servicios primarios de salud es hacer política. Contratar sacerdotes también es hacer política, aunque no sirva para nada. 

Mientras los políticos se niegan a hacer política, todas y todos los demás se empeñan en hacerla. Los jueces hacen política, los medios hacen política. Horas antes de que se publicara en el BOE el nuevo estado de alarma, el periódico El Mundo invitaba a los madrileños a largarse de puente mientras estuviesen a tiempo. ¿Es eso hacer periodismo? No lo sé, no soy periodista, pero sospecho que no, que eso es otra cosa pero no periodismo.

Lo que muchos dirigentes están haciendo son juegos de estrategias que nada tienen que ver con la política, sino con tirarse los muertos a la cara unos a otros. Se trata de aprovechar la pandemia para tumbar al adversario y eso no es hacer política, eso es hacer el imbécil mientras las cifras de contagiados, de ingresados y de fallecidos no paran de crecer. También está muy de moda levantar cortinas de humo para que no se hable de algunas cosas y sí de otras. Estrategias. Los asesores y los jefes de gabinete se han apoderado de la política, como los jueces y los grandes medios. Mientras la gente muere, toda esta tropa se dedica a diseñar la batallita mediática del día siguiente. Como no hay elecciones generales a la vista, se trata de desgastar al Gobierno desde todos los frentes posibles. 

Y es un caso único en Europa. En España prefieren que nos vayan colgando por separado antes que permanecer unidos en una lucha que, todo hay que decirlo, tampoco desde el Gobierno se ha llevado con ejemplaridad. Ahí están las cifras. También es cierto que las cifras serían sensiblemente mejores si todos hubieran puesto algo de su parte en lugar de buscar la foto llorando en una iglesia o repartiendo bocatas de calamares. España necesita un revolcón, no como el que le quieren dar desde la derecha, sea más o menos extrema, sino un revolcón democrático, como el que vive Alemania, por poner un caso, donde los alcaldes de todas las grandes ciudades se reúnen con Merkel y acuerdan medidas duras contra la pandemia. Sus cifras son mucho mejores que las españolas y no es que Merkel sea santa de mi devoción, pero habremos de admitir que sabe hacer política. 

Muchos españoles y españolas deberían empezar a pensar que ni Don Pelayo, ni el Cid ni Blas de Lezo curan pandemias; tampoco las banderas, por muchas y muy grandes que sean, ni las coronas. La pandemias las curan las médicas, las enfermeras, los rastreadores, la sanidad pública y la clase política que se dedique a reforzar todo lo anterior y que implemente medidas como los confinamientos allá donde sean necesarios, el cierre de discotecas que abren de forma clandestina y las sanciones a quienes se saltan las normas. Los jueces y los grandes medios estatales tampoco curan pandemias porque aunque lo pretendan no saben. 

Por lo que se ve, tampoco Díaz Ayuso cura pandemias. No tiene el menor interés en hacerlo. Viendo lo que ha pasado en Madrid no quiero ni imaginarme cómo estaríamos si esa buena mujer gobernase España entera. No sobreviviría ni ella. Entre los que mandan, pocos se dedican a luchar contra el virus y los que lo hacen siempre tienen enfrente a un rival político, a un juez o a un director de un gran medio de comunicación poniendo palos en las ruedas.

Cuando todo esto pase y tengamos algo de perspectiva para analizarlo, alguien tendrá que estudiar dónde estuvo cada quién y haciendo qué. Ahora va todo a demasiada velocidad y sobra gente montando barullo, generando bulos, echando la culpa al inocente o absolviendo al culpable de cada contagio o de cada muerte. Buscando rédito político en medio de una catástrofe. Le pongo a usted un ejemplo: acusar a Sánchez de formar un gobierno socialcomunista que pacta con etarras, eso no va a curar a ningún infectado. Ofrecer ayuda para trabajar conjuntamente, eso sí salva vidas. A Benjamin Franklin le funcionó. Poco después de pronunciar aquella frase firmó la Declaración de Independencia. Tristemente eso no parece el camino que vaya a tomar el Estado español, donde se está demostrando que la ideología de mercadillo vale más que la vida de la ciudadanía.