La nueva vida jacobea de la N-547

La A-54 está llamada a vaciar la nacional Santiago-Lugo de coches y camiones, pero no de vida. La particularidad de esta vía es que por ella discurre el Camino, que da de comer a los numerosos establecimientos a pie de asfalto

Reportaje autopista Santiago-Arzua
photo_camera Un tramo de la carretera N-547. PEPE FERRÍN (AGN)

La N-547 sería ya una carretera fantasma si por ella no discurriese el Camino Francés. Huérfana casi por completo de coches y camiones desde que hace un mes se abrió el tramo de la autovía A-54 entre Lavacolla y Arzúa, el nuevo mapa viario la abocaría a la misma suerte que la N-VI o la N-525: a que los bares, tiendas y hostales que la circundan acabasen feneciendo, y con ellos cualquier signo de vida. 

Reportaje autopista Santiago-ArzuaPero en el tablero de la antigua nacional —como ya la denominan muchos— entre Santiago y Lugo juegan transportistas, automovilistas y peregrinos, y hace tiempo que los últimos ganaron la partida. El furor de la ruta jacobea en la última década llevó a pueblos como Arca, Palas de Rei o Arzúa a dejar de lado a los camioneros para arrimarse al calor de los caminantes. Lo que pasa es que ese sol calienta solo en verano, o como mucho da de refilón un par de meses más. "¿Y el resto del año?". 

Ésa es la pregunta que lanza al aire, como un dardo envenenado, el encargado de una gasolinera en O Pedrouzo. Él es el único de los comerciantes de la zona preocupado por el vacío de vehículos. Y es que su negocio, por sus características, es la cara más amarga de la moneda. "Yo ya sé que no podré vivir de los peregrinos, pero a todos los que creen que sí los invito a que digan lo mismo en invierno", desafía sin ocultar su enfado. "No quiero hablar más", zanja. 

Un redactor prefiere no mencionarle que Google Maps no reconoce aún el recién inaugurado tramo de la A-54 y que sigue enviando a los usuarios por la nacional, pero que cuando lo haga la bajada de tráfico será aún más pronunciada. Y eso que ahora pasan dos coches de media cada minuto, según pudo constatar AGN en un recorrido por la N-547. 

LA HOSTELERÍA, CONTENTA. Que la aplicación actualice o no el trazado poco le importa a Marcos Carril, propietario del restaurante O Pino, otrora abrevadero de camioneros reconvertido hoy en paraíso del gin tonic de media tarde para romeros. "Tenía que decidirme y aposté por los peregrinos. Prefiero poner copas y veinte platos buenos al día, aunque sea durante unos meses, que andar estresado todo el año sirviendo cuarenta menús de 9 euros", explica a voz en grito debido a la algarabía del local. Es el único que habla en castellano, pero él está "encantado" en su particular torre de Babel porque así practica "idiomas" y conoce "otras culturas". 

Cafetería Ché 4: "Hay algún camionero habitual que lleva días sin venir, pero podemos vivir sin ellos. El grueso son peregrinos y gente de aquí"

Reportaje autopista Santiago-ArzuaEn la cafetería Ché 4 tampoco tienen problema en cambiar los carajillos de los camioneros por los refrescos y combinados por los que se inclinan los caminantes. Al otro lado de la barra, Patricia y Yésica [en la foto] indican que los foráneos armonizan con los lugareños y con algún que otro algún transportista que "para aquí por las mañanas". Una de las camareras cae en la cuenta de que "hay varios fijos que hace días que no vienen", y cree que "algo se va a notar en la caja", pero "nada sin lo que no se pueda vivir". 

COMERCIO DE PROXIMIDAD. Después están los tenderos que llevan décadas a pie de carretera y no se han reorientado hacia los peregrinos. Lógicamente, tampoco les hacen ascos, pero lo suyo son los clientes del lugar y los alrededores. Es el caso de la tienda de calzado Zocos, cuya dueña, Milagros, afirma que la nueva autovía no le afecta "en absoluto, como a la mayor parte de los comerciantes de O Pino". "El señor de Arzúa o de Lavacolla va a seguir viniendo, e incluso más cómodamente al no haber tanto tráfico. De hecho me consta que están muy contentos porque ahora se ponen aquí [en O Pedrouzo] en poco más de 10 minutos y en Santiago en 20. Y además sin radares", cuenta. 

Pero no todos están tan convencidos, a veces más por incertidumbre que por lo que dicen las cuentas. La dependienta de la frutería Graíñas explica que vende "sobre todo a xente de aquí" y que recientemente, con la llegada del calor, colocó fuera un carro con frutas "para chamar a atención dos peregrinos". Se nutre, por tanto, de estos dos perfiles, pero considera que "canto máis abarques mellor" y que a veces "tamén paraba algún camioneiro". "Todo suma, esperemos non ter que botalos de menos", expresa. 

Milagros, de la tienda Zocos: "Que baje el tráfico no me importa lo más mínimo. El cliente de Arzúa o Lavacolla va a venir igual"

Muy cerca de la frutería hay una tienda cuya entrada flanquean un bastón con la concha de vieira y un maniquí con el tradicional atuendo de caminante. Es uno de los muchos establecimientos de souvenirs que han aflorado como setas en otoño a ambos lados de la N-547 en la última década, en la que el Camino se abrió al mundo triplicando su afluencia. Sin entrar ya se podría adivinar el posicionamiento de la dueña, una mujer de Arca capaz de despachar a la vez a un italiano y dos francesas cuando apenas chapurrea unas palabras en inglés, según ella misma reconoce. "A min dáme igual porque só abro catro meses ao ano, que é cando hai peregrinos", resume. 

Preguntada por el presumible aumento de la seguridad en las etapas del Camino que discurren entre Arzúa y Lavacolla, consideradas de riesgo por la cantidad de atropellos que se producen, su respuesta es cuanto menos elocuente: "Mira que vivo deles, pero moitas veces teñen a culpa. Xa hai pasos subterráneos para que crucen e teñen sendas peonís alonxadas da estrada, pero para aforrar tempo a maioría empéñanse en ir pola estrada". 

¿QUÉ DICEN LOS PEREGRINOS? Pero qué mejor que interpelar a los propios caminantes. Luis, un alicantino que viene haciendo el Camino desde Sarria con un amigo, admite que "no había oído hablar de la autovía hasta que me lo mencionaste, pero venimos paralelos a la carretera desde Melide y me sorprendió la bajada de tráfico que hay una vez pasas Arzúa". Explica que después "ya no hay prácticamente camiones" y eso es lo que más agradece, porque "te intimidan cuando pasan a tu lado, levantando viento". 

Luis, peregrino alicantino: "Se nota un bajón de coches de Arzúa en adelante. Así da gusto"

El punto de inflexión al que se refiere Luis en Arzúa es el engarce del nuevo tramo de A-54 con la N-547, que sigue siendo la única alternativa para circular entre la villa coruñesa y Palas de Rei hasta que sea construido el último tramo de autovía, el cual no parece que vaya a estar listo hasta 2022, por lo que aguarda un Xacobeo con la antigua carretera sobrecargada de camiones, coches y peregrinos entre las citadas localidades. Este tramo, de 27 kilómetros, es el único de la nacional Santiago-Lugo para el que no hay sustitutivo. 

Ajena a los cambios en la red viaria gallega se muestra, como es lógico, una peregrina italiana que acaba de cruzar la calzada en una recta de O Pedrouzo. Lo hizo con toda la calma del mundo y tras otear que no venía ningún coche a casi un kilómetro de ninguna de las direcciones. "Va bene", pronuncia Bianca en su idioma. 

Reportaje autopista Santiago-Arzua¿Y LOS LUGAREÑOS? Quienes también se muestran "encantados" con la apertura del nuevo trazado de A-54 entre Arzúa y Lavacolla son los vecinos de O Pino. Fina [en la foto, con su marido] califica la obra de "todo un acerto" aunque cree que "xa se debía ter feita hai tempo". Le gusta salir a pasear con su marido, Pedro, y "así dá gusto, coa tranquilidade que hai ao non haber tanto ruido dos coches e camións". "Antes tiñas que ir pendente ao camiñar preto da estrada, coa de atropelos que había. Agora vai ser raro que os haxa, porque en dous minutos non ves pasar un só coche", explica la mujer. 

Pedro y Fina, vecinos de O Pino: "Hai a metade de coches que antes e iso é moi positivo para a vila. Podes pasear tranquilo"

Su esposo, Pedro, calcula que "hai a metade" de vehículos que antes, "tranquilamente", lo que ve "moi positivo para a xente do pobo, desde logo". Su afirmación la suscribe José Luis, un operario del sector avícola que también vive en la zona y que se muestra "agradecido a que abrisen a autovía" porque ahora no tiene que hacer malabarismos para estacionar su furgoneta de trabajo. "Antes había tanto tráfico que me paraba para aparcar e xa me pitaban, agora é perfecto". 

"A VIDA DÁA A XENTE". José, otro lugareño, es más tajante: "É moito mellor así e non entendo que a xente de Arca poida ter dúbidas. Non son os coches os que enchen de vida o pobo, senón a xente".

La N-634 sigue siendo puerta de acceso a A Mariña 
Una de las especulaciones en torno a la A-54 es que, una vez esté completa, puede convertirse en la vía más utilizada por el tráfico de la cornisa atlántica sur para acceder a la costa lucense. Es decir, que quien venga de Santiago, Vigo o Portugal y quiera ir a Viveiro opte por la nueva autovía, llegando a la altura de Lugo ciudad y tomando a continuación la A-6, A-8, AG-64 y LU-540. 

Es el mismo itinerario que recorren ahora los usuarios que prefieren ahorrarse la AP-9, aunque en vez de incorporarse a la A-6 en Lugo lo hacen al finalizar la N-634, a la que acceden desde Santiago. Esta nacional puede ver su tráfico reducido cuando la autovía esté concluida. No así de momento, ya que el tramo Arzúa-Palas que hay que hacer obligatoriamente por la N-547 disuade de usar la A-54. 

"No se nota nada"
"Igual cuando abran toda la autovía Santiago-Lugo se nota, pero de momento hay el mismo tráfico", corrobora el empleado de la gasolinera de Castrofeito, al pie de N-634.

 

El tramo que falta de la A-54, en stand by    
Reportaje autopista Santiago-ArzuaLa conclusión de la A-54 —cuando ya han pasado veinte años de la apertura de su primer tramo, Santiago-Lavacolla— se considera una de las cuentas pendientes del Estado con Galicia y, más concretamente, con Lugo, que podría ponerse a una hora en coche de la capital gallega. Fomento ya ha desvelado que los dos trazados que faltan para completar la infraestructura —Arzúa-Melide y Melide-Palas, que suman 28 kilómetros— no estarán listos hasta 2022, una fecha que podría antojarse incluso precipitada a la vista de cómo avanzan las obras. 

Y es que de momento han comenzado los trabajos de aplanado de la superficie en contados puntos del intinerario, como en el que enlazará con el tramo ya construido a la altura de Arzúa, donde actualmente parecen haber entrado en stand by

NI RASTRO DE MÁQUINAS. Las excavadoras y niveladoras que asentaron el terreno en su momento han abandonado la zona y ahora no hay otras máquinas a la vista. Tampoco obreros ni nada que deje entrever que hay un proyecto en marcha más allá de dos grandes paneles de Fomento.