Opinión

Es el fin de los partidos, estúpido

SI FUKUYAMA se hubiese asomado a lo que está pasando en España en la presente ‘pre-precampaña’ electoral se sentiría gratificado: la búsqueda de ‘independientes’ por todas partes, desde los secesionistas catalanes hasta el PP, pasando por todos los demás, certifica el fin de los partidos tal y como los conocimos. Solo que los dirigentes de estos partidos, que, cual Diógenes, andan en busca del talento no militante para incorporarlo, como sea, a la estolidez de sus filas, no calibran hasta qué punto las formaciones ‘clásicas’, que ya han desaparecido, o casi, en la mayor parte de Europa, necesitan no la renovación de las viejas caras, sino una refundación de los ideas estancadas.

La batalla de las listas es, así, la lucha entre lo que se resiste a perecer, pero está caduco, y lo nuevo, que emerge pero que, por novedoso y porque hace competencia a lo viejo, está siendo tiroteado. En Francia, en Italia, en Alemania, en Austria, en los países nórdicos, y no digamos ya en Estados Unidos, lo tradicional está siendo reemplazado por fórmulas nuevas no siempre más adecuadas a la realidad y a la equidad (Trump) que lo que perece.

¿Lo saben Pedro Sánchez, cuyo PSOE en nada se parece al de Pablo Iglesias (Posse)? ¿Lo sabe Pablo Iglesias (Turrión), cuyo Podemos en poco se asemeja al que creara, allá por 2014, Pablo Iglesias (Turrión)? ¿Lo sabe Casado, que pide a Vox que se retire de las circunscripciones en las que ambos compiten, como si una y otra marca fuesen iguales? ¿Lo sabe Rivera, que tira los tejos a derecha e izquierda sin importarle, como diría Machado, la facha?

Hablé ayer con un ya ex senador y aspirante a senador de un partido que aún no le ha llamado, bien para renovar la candidatura, bien para despedirle con honores. O sin ellos. Silencio. "Quizá nos llamen el domingo", me dice, lloroso. "¿Para qué han servido veinticinco años de militancia si ahora, sin siquiera agradecerte los servicios prestados., te sustituyen por un independiente, que tiene a gala su no militancia?". Le recuerdo que todos iremos siendo progresivamente sustituidos por robots. "Pero entonces, ¿para qué sirven los partidos, la militancia, las cuotas, el dejarse avasallar por el dirigente?".

Así me lo dijo. Palabra. Y pensé en un compañero, que fungía de voz independiente y libérrima, y que acaba de ser fichado en un puesto de salida para el Congreso por una de las formaciones ‘grandes’. O pensé en una abogada a la que se ofreció otro lugar privilegiado en la candidatura de Madrid de otro partido simplemente por el mérito de ser gitana, pero que confesó desconocer el programa de quien la había fichado un partido al que no pensaba afiliarse.

Parafraseando a aquel asistente de Clinton que dijo la celebérrima frase de "es la economía, estúpido", ahora podemos gritar "son los partidos, estúpido: salta del barco cuanto antes". Algo está cambiando muy profundamente en nuestra democracia. A saber si es para bien. Lo que es seguro es que no hay ningún cerebro director en la mutación.

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