Opinión

Literatura Española (LXVIII): La poesía en la época franquista

De los géneros literarios, la poesía es el que menos se resiente, en cuanto a bajón de calidad, por el golpetazo de la Guerra Civil. En los primeros años cuarenta escriben unos poetas que, varios de ellos, ya se habían dado a conocer con un primer libro en el treinta y cinco. Es el caso, por ejemplo, de Luis Rosales, de Leopoldo Panero o de Dionisio Ridruejo, a los que en la inmediata posguerra se unen Luis Felipe Vivanco o García Nieto. Son poetas conservadores de fondo y forma, que tienen como referencia a Garcilaso, y Garcilaso es el nombre de una revista fundada por García Nieto. Pero la aparición de Hijos de la ira (1944), de Dámaso Alonso (no hay que olvidar que los del 27, desde el interior o desde el exilio, estaban en plena madurez) inicia la etapa existencial, con clara preferencia por el verso libre frente a las estrofas clásicas y con la expresión de un hondo malestar vital. La revistaleonesa Espadaña, fundada por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora, se convirtió en su portavoz. Entre esos poetas debe citarse en primerísimo lugar a Blas de Otero, pero también a José Luis Hidalgo, Vicente Gaos, José María Valverde o, muy destacado, José Hierro.

Muchos de los poetas existenciales, sin dejar de serlo, evolucionarán, a mediados de los cincuenta, hacia una poesía más social, con claros ribetes, pese a la prudencia obligada por la censura, de crítica política. La solidaridad con los humildes o perseguidos supone el paso del yo al nosotros. Pido la paz y la palabra (1955), de Blas de Otero, es un libro clave en este sentido. Y Gabriel Celaya, con poemas tan significativos como La poesía es un arma cargada de futuro, uno de los más importantes y conocidos poetas sociales.

La Generación de los 50, llamada así porque fue a finales de esa década cuando empieza, es en los 60 cuando se da a conocer plenamente y supone una reacción contra el excesivo prosaísmo en que había caído buena parte de la poesía social. Un mayor cuidado formal, una vuelta a lo íntimo, una fina ironía y el tema de la amistad y del erotismo serán las principales aportaciones de estos poetas, de los cuales viene mucha de la poesía posterior, la conocida como poesía de la experiencia, nombre que hay que entender como de la experiencia cotidiana y que también designa a la propia poesía de Gil de Biedma. El núcleo de la Generación de los 50 fue la Escuela de Barcelona, con Gil de Biedma, grandísimo poeta, Carlos Barral o José Agustín Goytisolo. Ángel González es otro miembro destacado de estos poetas de los 50.

En los sesenta, aparece en la poesía española un experimentalismo que, solo en cierta manera, recuerda a las vanguardias de principios de siglo. Pero fue efímero.

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