Opinión

El derecho al descanso

LOS PERIÓDICOS asturianos informaban en mayo que el dueño de una casa de turismo rural de Cangas de Onís había logrado que un juzgado clausurara un gallinero contiguo porque el clo clo de 20 gallinas y el kikiriki de tres gallos molestaba a los huéspedes. Las aves pertenecían a un lugareño que las tenía en su hacienda para consumo doméstico y estaban allí antes de la apertura del alojamiento turístico.

Hace unos días el Ayuntamiento de Aranda de Duero dio la razón a una vecina de la localidad de Aguilera que se quejaba del canto de un gallo en un corral cercano y dio al propietario el plazo de un mes para tomar medidas correctoras —convencer al gallo para que sea más discreto, venderlo o sacrificarlo—; de no hacerlo se enfrentará a una multa millonaria.

Nada que objetar. Muchos ciudadanos buscan remansos de tranquilidad los fines de semana y en vacaciones y tienen derecho al descanso, a dormir a pierna suelta y despertar con los rayos del sol sin ser interrumpidos por el concierto madrugador de los gallos. Por tanto, chapó a las autoridades protectoras de ese derecho.

Contrasta esta diligencia judicial en Asturias y municipal en Aranda con la desidia de las autoridades en Galicia que abandonan a su suerte a miles de vecinos que cada noche se refugian en sus casas y su derecho al descanso es quebrantado desde hace años por los "gallos" que protagonizan la "movida nocturna" en las noches de botellón o en los fines de semana que habitualmente cursan con 
ruidos, broncas y peleas.

El último incidente se produjo hace unos días en la zona del Orzán de A Coruña. Una mezcla de alcohol y drogas acabó en una trifulca violenta —fue viral en la red— en la que un individuo agredió a tres jóvenes, una herida de consideración, a las puertas de un local. Incidentes similares se producen en A Milagrosa en Lugo, en la zona portuaria de Vigo, en Sanxenxo o en el Ensanche de Santiago. Los vecinos de estas localidades piden algo tan elemental como poder dormir, acabar con la tortura del insomnio "impuesto" por la diversión nocturna, totalmente descontrolada en los últimos años.

Las ordenanzas municipales deben armonizar el derecho al sueño reparador de los vecinos, que necesitan el descanso para mantener su equilibrio físico y mental, con el derecho de los jóvenes y menos jóvenes a la diversión.  

Es el primer deber de las nuevas corporaciones. Ya es hora de que solucionen este problema vecinal y no miren para otro lado como acostumbran. 

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