Opinión

La línea invisible

El éxito de las series en las plataformas digitales de pago muestra que hay un público amplio en busca de otras propuestas diferentes, e incluso paga por ello, frente a la oferta uniforme y uniformadora en contenidos de las televisiones en abierto. La valoración de las posiciones editoriales informativas -las noticias no son neutras ni en las televisiones públicas más profesionalizadas, que no es el caso- queda para otra ocasión, aunque se altere el gallinero, muy sensibilizado frente a las disonancias con la ruta marcada. Es falta grave recordar que Agamenón y su porquero puedan discrepar. La plataformas de pago televisivas y musicales rompen el mito de que los españoles solo admitimos el gratis total para el entretenimiento y la cultura o para el análisis y la información. Cae también el falso mito, como si fuese una verdad empíricamente contrastada, de que en abierto las televisiones nos dan el producto, o el pienso, que demandamos.

Las series son un aporte extraordinario para estos días de confinamiento. Coincide el estreno de la Línea invisible, seis capítulos sobre el origen de Eta y los dos primeros asesinatos de la banda. Enfrentarse a esa temática supone todo un reto para los responsables de la serie. Pasa la prueba. Es el origen de Eta. Quedan vías por explorar: quién financia y aporta las armas, quien está detrás del personaje del inglés. Etxebarrieta, el joven que protagoniza el primer atentado de la banda contra un guardia civil de Tráfico, gallego por cierto, es un iluminado: mezcla de poesía, marxismo y discurso intelectualizado, como lo muestra en su referencia a Ivan Ilich, el personaje de la novela de Tolstoi, y la soledad ante la muerte. Etxebarrieta, aunque las consecuencias criminales sean las mismas, no va en el paquete de los terroristas que atentan en Hipercor o los matones que siguen a la disolución de una parte de Eta.

Ahí está el éxito de ventas y lectura de la novela de Fernando Aramburu, 'Patria', que se anuncia ya como serie televisiva

Hay que contar y hay que hablar como terapia colectiva, más en la sociedad vasca, también en el resto de España. Hay necesidad de ello. Ahí está el éxito de ventas y lectura de la novela de Fernando Aramburu, Patria, que se anuncia ya como serie televisiva. Esta situación de confinamiento retrasó su estreno. La Línea invisible y Patria se complementarán, sin duda. Entre las dos ofrecerán una visión más global de lo que fue Eta, su origen y las consecuencias del conflicto en la sociedad vasca, con fractura de la convivencia cívica, con dominio del miedo y el odio. Ambas, pero sobre todo Patria dentro de Euskadi —"¿Cómo hemos podido llegar a esto?"— y la Línea invisible para el conjunto de los españoles, podrían cumplir el papel que en Alemania representó la miniserie Holocausto, con otros acontecimientos. Se emitió en cuatro noches sucesivas por la televisión pública federal en 1979. Hay consenso en que fue decisiva su emisión "para situar a los judíos y sus sufrimientos en el centro de la atención pública alemana" (Tony Judt). Si en 1968 solo 478 grupos escolares visitaron Dachau, tras la emisión de la miniserie el número superó los cinco mil.

Comentarios