Opinión

Aspavientos

LO QUE menos necesita la España rural, la vaciada y olvidada, son postureos, paripés, aspavientos o planteamientos demagógicos. Precisa de reformas firmes y meditadas, apoyos consistentes y voluntad tangible de resolver problemas, los innumerables que afectan a la inmensidad territorial dejada de la mano de Dios. Ojalá que las masivas protestas de los agricultores, con desfile de tractores y cortes de carreteras, simbolicen algo más que un pataleo testimonial; que comporten y signifiquen el despertar del sopor que alimenta la desesperanza. El Gobierno acaba de anunciar un plan de choque contra la despoblación con treinta medidas que comprometen a todos los departamentos ministeriales para abordar el desafío demográfico. Suena muy bien, pero no se explica cómo plasmarlo. Ni cuándo. Quizá por ello surgieron ya las primeras críticas al no incluirse cifras de inversión, salvo, eso sí, que la idea es complementarlo con iniciativas de las administraciones locales y autonómicas, a las que sin embargo se les retrae y niega financiación, como queriendo asfixiarlas. Y sin presupuesto, mal se pueden afrontar soluciones solventes. Resumiendo. Más bien parecen estampidas de artificio para que resuene la traca. Sin más pretensiones.

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