Opinión

Caza prudente

HOY ES el día más esperado por los cazadores, cuya nómina se reduce cada temporada, como en el caso de la pesca, y también el momento para reflexionar sobre los peligros de la actividad cinegética, con un balance de cincuenta y un fallecidos en España durante la última década por disparos accidentales, siete en Galicia, además de cientos de heridos. No cabe esperar de un deporte que requiere el manejo de armas esté desprovisto de riesgo, pero sí es posible agotar todas las precauciones, partiendo de que el rigor con que se expiden los permisos, nutrido por el uso de escopetas, sea extremo, punto en el que siempre existe algún reparo, bien sea por descuido o porque la rutina favorece el relax. Es obligado certificar que los practicantes lo sean con las mayores garantías, al ponerse en riesgo la vida de las personas, circunstancia que no todos lo tienen presente a la hora de acotar imprudencias. Si se va, hay que saber a qué se va y cómo. Lo dijo Franco en aquella famosa cacería, cuando Fraga, bien pertrechado pero torpón, cosió a perdigonazos el trasero de Carmencita, su hija, la del general: "El que no sepa cazar, que no venga", rapapolvos que el vilalbés consideró como un piropo, por lo que pudo haber sido y, por poco, no fue. Pues eso.

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