Opinión

CIS para mí

LOS SONDEOS electorales, unos acaban medio acertando y otros nunca. O ni sí ni no. Pero se discierne cuando se aproximan o cuando son forzados, para satisfacer al cliente. Hasta no hace tanto, los del CIS, por oficialidad, gozaban de cierta reputación, con el resquemor, sí, de que podían favorecer al Gobierno. La duda se disipó con su actual directiva al trocarse en un instrumento electoralista más al servicio del sanchismo, de la mano de un destacado dirigente socialista. Un CIS para mí. El primer ensayo recibió infinidad de críticas, de dudas y de sospechas tras proclamar con descaro favorito, con amplia diferencia, a su jefe. Incluso en Galicia, donde los socialista nunca acariciaron la mayoría, la obtendrían con creces. Todo puede pasar. Lo que no es tolerable que pase, por obsceno, es que un organismo estatal, sufragado por el erario, con dinero de todos los españoles de las más variadas tendencias, se subordine al partido gobernante, en detrimento de todos los demás, con una más que posible adulteración, tanto en el "cocinado" de la consulta como en la interpretación de datos. Es en cualquier caso una situación que desacredita a la democracia. Y una malversación encubierta. O sin encubrir.

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