Opinión

Coronatimos

No falla. Entre miedos, histerias y un mar de confusiones, el coronavirus tanto sirve para un roto como para un descosido. Apuntalando el sobresalto, reaparecen malévolos pillabanes que se aprovechan de la incertidumbre que rodea la epidemia para sacar tajada. Y, como no podía ser de otra manera, instauran el coronatimos. Hay comunidades de vecinos que ya advierten de la presencia de ladrones o estafadores que se presentan en determinadas viviendas, sobre todo donde residen personas mayores, disfrazados de médicos, de enfermeros o miembros de la Cruz Roja, arrogándose funciones de personal sanitario con el pretexto de examinar a los moradores sobre el avance del contagio y proceder a desinfectar de toxinas los compartimentos del hogar visitado, circunstancia que les permite moverse a su antojo y apropiarse de lo que encuentren a mano. El desconcierto que atenaza a los residentes, por el miedo, es el mejor aliado para que el sorpresivo asalto propicie las pretensiones de los maleantes. Con más morbo, la engañifa es una variante de métodos similares a los utilizados por falsos revisores del gas o electricidad, que también acuden a inmuebles en los que residen potenciales víctimas que, de buena fe, se dejar esquilmar. El que no corre, vuela.

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