Opinión

Cultura / deporte

COMO NO sea por la del pelotazo (de pelotas hablamos), cuesta establecer una correlación razonada entre cultura y deporte. No obstante, todos los gobiernos acaban por engarzar ambas materias en un solo departamento, confinando, eso sí, al deporte como apéndice o pariente pobre. Un segundo plato. Ahora mismo ocurre, y sigue sin verse la interrelación funcional entre ambos. Si se supone que el ministro del ramo aprecia la cultura, también se sabe que no ama el deporte. El mismo proclamó su odio, aunque ahora trate de arreglar o minimizar su anterior apreciación, sellada en las redes sociales. Entonces, tal y como bulle el deporte (negocio), encajaría mejor en la cartera de Economía. Son, claro, disquisiciones subjetivas. Pero no es subjetiva la apreciación de que el deporte, en general, al margen de su mercantilización, no es ningún anexo ocasional que funcione como pieza accesoria del entramado social. Es más, por su arraigo y dimensión popular bien se merecería un ministerio propio. Claro que a veces todo funciona mejor sin que nadie meta la nariz. Decía Umbral, que si el Ministerio de Cultura desapareciese, no pasaría nada. Lo mismo que con el deporte.

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