Opinión

Precipitaciones

NO SIEMPRE es razonable que las responsabilidades políticas, de los políticos, se apliquen antes de resolverse las penales. Puede ocurrir que los jueces no las compartan al dictar su veredicto. Otras ya se desinflan, incluso durante la instrucción, caso de López Orozco, obligado a renunciar a la alcaldía de Lugo por imputaciones que están siendo sobreseídas. O el antiguo caso del también socialista Demetrio Madrid, absuelto después de forzársele a renunciar a la presidencia de Castilla y León por acusaciones que nunca se demostraron. O del popular José Ignacio Fernández Rubio, al que Ciudadanos negó su apoyo para ser alcalde de Las Rozas por tres procesos abiertos por prevaricación administrativa en su etapa de regidor de Guadarrama, de los que salió indemne. O la muy reciente absolución del PP, culpado de un presunto delito de daños informáticos por la destrucción de los ordenadores que usaba el extesorero Luis Bárcenas en la sede del partido, con lo que tanto bombardeó la oposición para desgastar al Gobierno de Rajoy. Son precipitaciones que merecen una reflexión serena y cabal, pero tiene muy difícil remedio cuando el acoso de un partido a otro, sospechoso, es una eficaz arma de desgaste.

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