Opinión

Todos a una

EL SENTIR generalizado coincide con que los parlamentarios están sobrerretribuidos, no siempre acorde con su rendimiento representativo en el escaño, donde un apreciable porcentaje ejerce un papel pasivo, de relleno. Además, a las remuneraciones fijas establecidas han de sumarse las dietas, por gastos de alojamiento y desplazamientos, siempre que se produzcan. Pero hete aquí que, forzado por el estado de alerta, solo medio centenar de congresistas se desplazó hasta el hemiciclo en las primeras semanas, y ninguno, excepto uno, el socialista vasco Odón Elorza, declinó el momio, percibiendo la gratificación como si hubiesen asistido a las sesiones, pese a la petición formulada, incluso por parte de organizaciones políticas, para que renunciasen a ello. Hicieron oídos sordos, como siempre que se discuten beneficios personales: saben muy bien que los gestos no engordan la cartera. Cierto que votaron telemáticamente para aprobar los sucesivos estados de alerta, pero desde el sofá. Y aunque sea mal utilizando una argucia legal, difícil de entender por la obviedad, es indigno y un mal ejemplo por parte de quienes deberían de ser los primeros en darlo. Tan propensos a acusarse unos a otros de corruptelas, prefieren ahora el todos a una, como en Fuenteovejuna.

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