Opinión

Escándalos, ruinas y suburbios

Estas semanas todo son cifras. Aumentan las ventas de libros —online, eso sí—, una de las mejores noticias que se han dado. Al mismo tiempo, descienden el precio del petróleo, la compra de discos y las horas de sexo. Vuelven los puzzles y juegos de mesa. Se incrementan las llamadas al 016 y la prostitución casi desaparece. Esto, aunque no lo parezca, conduce a Virginie Despentes (Nancy, Francia; 1969)
Virgine Despentes.
photo_camera Virgine Despentes.

LA ESCRITORA del país vecino se refugia en Barcelona hace más de un lustro y desde ahí despotrica sobre absolutamente todo lo que se puede, poniendo el dedo en las heridas peor sanadas para que duela solo con recordar. Despentes pertenece a la última gran generación del rock, es la heredera de un estilo de vida en ruinas que ha destruido mucho, pero que a ella, por lecciones vitales, le ha servido para atacar a sus compatriotas.

Cuando en los años 90 alguien quería leer sobre feminismo tenía que recurrir a clásicas, nombres importantes de teorías enrevesadas y que no eran accesibles. Faltaba realidad en sus palabras pese a que hablaban de algo verdadero. Despentes aporta crudeza, es su gran baza. Pese a que en todas las facultades enloquecen por su Teoría King Kong, lo cierto es que ninguna de todas sus obras se entiende sin su primera novela, Fóllame.

Siendo Francia un país que siente debilidad por los enfant terribles, la escritora no fue bien recibida pese a lograr miles de ventas sin caer en conformismos. La élite cultural de su país la señalaba por ser diferente. No era una pequeña burguesa que se revelaba contra sus padres y escribía para demostrar su valía. Despentes representó un cambio en la lectura de la sociedad, se había convertido en la narradora de lo desagradable y a la gente le gustaba.

En un momento de colisión entre las dos realidades que asolaban Francia, Despentes comenzó a contar la historia de aquellos que existían y rodeaban a todo el mundo, pero que, de manera deliberada, eran eliminados para no manchar las historias. Siguiendo la cultura que ella había aprendido de rock y el punk —hasta sus últimas consecuencias—, convirtió su máquina de escribir en una metralleta con la que agujerear la moral y buenos modales.

La narración de su propia violación con 17 años caló entre la gente. Comenzó a entenderse que sus vivencias, aunque ahora ficcionadas, eran una especie de angustia compartida.

Fóllame fue maltratado por la crítica y aupado en ventas hasta convertirse en el libro de culto de una generación. La narración de su propia violación con 17 años caló entre la gente, una sociedad entera empatizaba con su historia y comenzó a entenderse que sus vivencias, aunque ahora ficcionadas, eran una especie de angustia compartida.

El manuscrito de su primera novela llegó a decenas de editoriales, pero siempre recibía negativas. Virginie llegó a perder el original, arrugado y lleno de manchas de tanto pasearlo. «Demasiado duro, poco fino, a nadie le interesa». Eran los 90, la cultura del fanzine estaba en auge y copias de su novela giraban sin su permiso entre la gente de las subculturas. Fóllame parecía imposible de editar.

Una de estas reproducciones llegó, pese a que ella no lo autorizó, hasta un editor que apostaba por talentos de la contracultura, fuera del ambiente correcto. La primera tirada fue casi de prueba.

óllame era un libro arriesgado donde no se trataba el sexo como algo erótico, sino como una actividad relacionada con prostitución, armas, drogas y una retahíla de elementos difíciles de encajar a un público remilgado. Pero la acogida fue grande y las tiradas subieron a miles.

La mujer que fue violada siendo adolescente por tres hombres cuando hacía autostop, que era crítica de cine porno y se codeaba con actrices de ese ambiente; la escritora que antes de artista había sido prostituta, cajera de supermercado y varios trabajos precarios más que no daban dinero ni rápido ni suficiente, finalmente, era reconocida. Francia había dejado de leer a escondidas, la literatura brutal de Despentes estaba cambiando la mesa de debate.

Ya resultaba indiferente que fuese una obrera hija de funcionarios de Correos, que naciera en una ciudad de carbón y fábricas de coches, Nancy. La clase ya no suponía una barrera, era su crudeza lo que llamaba la atención y, para muchos, era imperdonable. El fenómeno de los suburbios se hizo gigante gracias a los sábado noche de Canal+, donde se emitían películas porno de manera asidua. Allí se masificó ‘Fóllame’ (1999).

Comprendió que el idioma al aire era distinto al escrito y que la narrativa era una herramienta capaz de cambiar el pensamiento de quien leía. Así se fraguó en 2006 Teoría King Kong

El espíritu punk del malestar y no future crecían en ella, la última representante de una generación dividida. Su irrupción en las letras francesas fue una experiencia que repitió y con bastante éxito en cada entrega. Llegaron Perras sabias, Lo bueno de verdad y Bye Bye Blondie. Despentes se nutrió de Joy Division y tanto alcohol como Bukowski para huir de la caricatura escandalosa que había sido su estreno literario.

Entonces algo en la mente de la francesa cambió, puede que su proximidad emocional con el filósofo trans Paul B. Preciado la empujase a dar un paso de trascendencia filosófica. Había comprendido que el idioma al aire era distinto al escrito, casi convirtiéndose en una brutalidad oral, y que la narrativa era una herramienta capaz de cambiar el pensamiento de quien leía. Así se fraguó en 2006 Teoría King Kong, su obra más reconocida. «Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiaría mi lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece un asunto más interesante que ningún otro».

La francesa proponía en este salto al ensayo una relectura de la mujer, comprender que las ancianas tenían sexo por placer y que la protagonista de Flashdance no podía seguir siendo un icono porque el mundo, aunque no lo pareciese, era un lugar más emocionante. Entremezclando pensamiento con biografía, Despentes apuesta por imponer el deseo antes de la división cultural de género, lo que ella llama el «género antes del género».

Aunque es un paso en firme y un libro indispensable en el feminismo del siglo XXI, el ensayo de Virginie Despentes también tiene sus críticos por su posición a favor de legalizar la prostitución y hacer del sexo no una construcción de placer, sino una cuestión de poder que proviene de ejercer la violencia física contra los cuerpos.

Este ensayo de Despentes ha superado el millón de ventas solo en Francia y la sitúa como una institución en su país, pese a la reticencia de muchos

Sin embargo, Teoría King Kong realiza aportes interesantes para comprender la existencia femenina. Se habla de la violación como una forma de terrorismo porque sirve como control de la mujer, una simiente de miedo a que destrocen el valor del sexo, y de una dictadura cultural en la que el príncipe que rescata es, en realidad, un secuestro para devolver a la princesa a la sociedad donde él ordena.

Por eso utiliza el símil de King Kong. En la película del mono gigante, una mujer consigue enamorarse de algo atroz, rompiendo la barrera de especie, miedo y tamaño. El primate la hace más libre porque le permite superar ideas preconcebidas sobre amor y sexo, mientras que sus rescatadores la devuelven a la sociedad normativa donde el temor de las mujeres no se comprenderá hasta que sea mutuo.

Este ensayo de Despentes ha superado el millón de ventas solo en Francia y la sitúa como una institución en su país, pese a la reticencia de muchos. Hace dos años que finalizó su trilogía Vernon Subutex, una historia que saca a relucir a todos aquellos desclasados y marginados que la sociedad francesa no es capaz de absorber como propios, con el detonante de la muerte de una estrella de rock y el cierre de una tienda de discos.

Esta oda al viejo lema de vivir rápido y dejar bonitos cadáveres se estrenó el mismo día que el atentado a la revista satírica Charlie Hebdo y también marcó un punto de inflexión en el país. A lo largo de casi mil páginas totales del tríptico, Despentes embiste contra la resistencia al avance, la evolución de algo rígido en la mentalidad de su país impensable hace más de dos décadas y el aflorar de la peor Francia, esa a la que ridiculizar.

Aunque lleve callada un par de años, en realidad Virginie Despentes siempre hace ruido; sus ecos resuenan en la juventud y las estanterías de medio mundo. Vernon Subutex la convirtió en alguien indispensable en las letras francesas, madura suficiente como para olvidar aquel grito en la noche que fue Fóllame. Ahora solo queda saber cuál es su próximo paso. Seguirá el rock, seguirá el sexo y todo aquello que parece estar en ruinas.

Comentarios