Opinión

Un perro que se enrosca al sol

Un perro durmiendo. EP
photo_camera Un perro durmiendo. EP
He visto la felicidad, y la felicidad es un perro que se enrosca en sí mismo para dormir bajo el tibio sol de la tarde. La inmaculada paz de espíritu. La que se consigue —supongo— tras descomplicar la vida; la que, como el perro, se intuye en esa duermevela que mana al dejarse llevar por la siesta bajo una manta mientras afuera arrecia la lluvia. A la búsqueda de ese último bastión de la felicidad parece que habrá que encomendarse para mantener la moral dentro de unos mínimos decentes. Porque también he visto la tristeza, y la tristeza es el horario de invierno bajo un mes de lluvia dentro de un cierre perimetral con restricciones para los no convivientes. Claro que, como decía aquella niña, peor es morirse.

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