Opinión

Superligas

Florentino Pérez. EFE
photo_camera Florentino Pérez. EFE
Todo tiene su Superliga. El fútbol; la música y sus macrofestivales publicitarios; el cine, que lleva décadas implorando a gente que prefería una ínfima copia pirata a pisar unas salas de las que se proscribe al cinéfilo incondicional. Surgen de gurús aterrados por la fragilidad de su burbuja y que con falaz lenguaje mercantil llaman ‘optimizar’ a lo que es exprimir hasta dejar muerto. Ponerle precio a todo hasta que nada tenga valor. Que no signifique, que no tenga identidad ni arraigo. Las superligas son desesperadas huidas hacia delante, hacia el vacío. El ocio no es siquiera su peor expresión. Porque se gestan superligas en los servicios esenciales, en la calidad de vida y en las oportunidades de futuro. Suscripciones premium para que gocen miembros de élite y paquetes básicos para que los roan el resto de pobres diablos.

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