Opinión

Todavía quedan ladrones de novela

El otro día robaron en la librería Pedreira, en Santiago. Es un establecimiento de larga tradición, a punto de cumplir las tres décadas, y que presta especial atención a obras escritas en gallego y portugués, "impulsada pola ilusión de defender e divulgar a lingua e a cultura galega", que dice su declaración de principios. La obligación moral apela a denunciar sin contemplaciones a los criminales, que últimamente parecen bastante activos en la capital. Pero, habida cuenta de que cada gallego gasta al año unos 36 euros en libros, según el Ine, no deja de haber un punto romántico —o incompetente— en que alguien, aunque sea con motivos tan torcidos, confíe aún en las librerías como negocio próspero.

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