Opinión

San Diego

LA CIUDAD californiana de San Diego es la octava con mayor población de EEUU y la segunda de California. El pasado 16 de julio se cumplieron 250 años de su fundación. Ni un alto dignatario del país que la creó estuvo presente en los actos conmemorativos, máxime cuando la virulenta corriente revisionista en curso requería una presencia institucional al más alto nivel de Estado. Aunque resulte inverosímil e inaudito para cualquiera otra nación del planeta, a causa de la jubilación del cónsul, la representación corrió a cargo del canciller del consulado en Los Ángeles. Aparentemente algo hemos avanzado, pues en esta ocasión el ministro de Cultura no dijo su famoso "nada se nos ha perdido allí" u otra perla similar de las que nos tiene acostumbrados. Tal vez un individuo tan culto e informado como él, en esta ocasión no tuvo conocimiento de los hechos ni mucho menos de los antecedentes. Por supuesto, tampoco su jefe, el presidente en funciones del Gobierno de España. 

Frente al perfecto conocimiento de la costa norte del Atlántico Norte americano desde el siglo XVI, la del Pacífico septentrional fue una incógnita hasta bien entrado el XVIII. de hecho, un mito dominante en la cartografía del siglo XVII fue la representación de la península de California como una isla. La primera representación como península -así también se había realizado el siglo XVI- correspondió al jesuita Eusebio Francisco Kino a finales del siglo XVII. El trabajo lo realizó bajo los auspicios de un convecino nuestro, el redondelano José Sarmiento de Valladares, entonces virrey de Nueva España. La política de entronques familiares de José Sarmiento de Valladares convirtió a los descendientes de Moctezuma en Grandes de España de Primera clase.

Aunque las primeras incursiones en la costa de California correspondieron a Hernán Cortés, es la realizada en 1542 por Juan Rodríguez Cabrillo la considerada como primera exploración de la Baja California. Con ella se descubrió la actual bahía de San Diego. Por ser el santo del día recibió el nombre de San Miguel. Mayor calado científico tuvo la llevada a cabo en 1602 por Sebastián Vizcaíno. durante la misma, al tiempo que se levantaron mapas y cartas de la costa, se realizaron derroteros y detallados diarios de la misma. A partir de entonces se entra en una fase de ostracismo hasta 1769. Ese año, el visitador general de Nueva España, José de Gálvez, organiza una expedición hacia la Alta California por dos vías: mar y tierra. Bajo la responsabilidad militar de Gaspar de Portolá, ambas se encontraron en San Diego. Allí se fundó el citado 16 de julio una misión y un presidio -guarnición militar-. 

La fundación de San Diego fue el punto de partida de la última epopeya naval de España. Sus posesiones territoriales alcanzaron entonces su máxima expansión. Uno de los protagonistas de la odisea, Juan Francisco de la Bodega y Cuadra, sintetizó a la perfección la misma al afirmar que así llegaron al fin del mundo. de su libro El descubrimiento del fin del mundo hemos hablado aquí en otra ocasión. aunque sorprenda ahora, en la Santa Expedición destacó el protagonismo catalán y mallorquín - militar y religioso-.