Opinión

Atar los zapatos

NADA MÁS aterrizar en suelo mexicano se vio a Evo Morales descender del avión, saludar a las autoridades y atarse los zapatos. Esta vez no había nadie para ayudarle, como había ocurrido en 2015, cuando se hizo viral un vídeo en el que el entonces presidente de Bolivia se hacía atar los cordones por un genuflexo colaborador cuando se dirigía a un acto público. Una imagen que acabó haciendo mucho daño al llamado candidato del pueblo. Casi tanto como el referéndum que impulsó para perpetuarse en el poder y saltarse la ley que limitaba los mandatos. Tampoco le ayudaron las irregularidades detectadas en el último proceso electoral o denuncias de abuso de poder. Pero pese a sus dudosamente democráticos modales, nada justifica un golpe de Estado. Aunque sea "encubierto" o de "baja intensidad".

El silente candidato Casado

Hemingway decía: "Se necesitan dos años para aprender a hablar y 60 para aprender a callar". Pablo Casado, otrora locuaz, no precisó tantos. Guarda silencio mientras en su partido se debate si permitir gobernar al PSOE o no hacerlo para no ceder la oposición a Vox. Lo malo de hacerse esperar es que alguien quedará desautorizado.

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