Opinión

Comparecencias

Jorge Luis Borges decía: "No hables a no ser que puedas mejorar el silencio". Algunos hombres públicos de España deberían leer más al genial escritor argentino, que incomprensiblemente se fue a la tumba sin haber ganado el premio Nobel. De ese modo evitarían algunas comparecencias ante los medios informativos y consecuentemente ante el país que podrían haberse ahorrado, porque básicamente no aportaron nada. Es el caso de la protagonizada el sábado por la noche por Pedro Sánchez, que básicamente se limitó durante más de una hora a incrementar la ansiedad de la gente confinada. Algo parecido, aunque más breve, fue la alocución del rey Felipe VI, que trató de infundir ánimos con muy poca artillería dialéctica. Y ya no hablemos de Pablo Iglesias, que se saltó la cuarentena para dar un mitin. El broche lo puso el lunes Salvador Illa, cuando dijo que la situación se prolongaría después de la reclusión. A eso se llama dar ánimos al personal. Señor ministro: cuando lleguemos a ese río, ya cruzaremos ese puente.

Pequeña luz al final del túnel

En Wuhan, la ciudad china donde comenzó todo, sueñan con la libertad. El confinamiento acabará el 8 de abril. El nuestro tardará más, pero llegará.

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