MÁS ALLÁ de la resiliencia, audacia y temeridad de Pedro Sánchez al explorar terrenos tan ignotos como peligrosos y pactar con los independentistas de ERC, quizá ahora que se recupera un poco el sosiego en el Congreso de los Diputados —aunque solo sea por unos días— es el momento de hacer autocrítica por parte de algunos líderes. Por ejemplo, Pablo Casado, que perdió la oportunidad de mostrarse como un verdadero estadista. Desoyó los consejos de Alberto Núñez Feijóo y no tuvo la habilidad de ofrecerle la abstención al líder socialista. De ese modo hubiera evitado todo este espectáculo y, de paso, podría presentarse como un político que antepone el interés general al partidista. De los que casi no quedan, vamos.
Pontón, la gran beneficiada
Si al final las demandas del BNG son atendidas por Sánchez y sus socios de Unidas Podemos, la nacionalista Ana Pontón será una de las grandes triunfadoras colaterales del debate de investidura. Ella misma lo ve así y, nada más saberse que habrá Gobierno de coalición, no dudó en afirmar que su partido había logrado más en un mes que Feijóo en diez años. Veremos si en otoño los gallegos le dan o quitan la razón en las urnas.
