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Feijóo, de nuevo en el Guadarrama 

El presidente de la Xunta juega la carta de que sea Rajoy quien le pida que acuda a Madrid como el redentor de los populares y con el eventual compromiso de ser el próximo candidato

A FEIJÓO no le gusta nada el artículo  152.1 de la Constitución, aunque nunca lo explicite y pese a su muy positiva valoración de la Carta Magna. Las elecciones del 21-D han llevado al presidente de la Xunta a insistir en sus tesis contrarias a lo que se fija en esa disposición, en la que se establece que los parlamentos autonómicos serán elegidos "con arreglo a un sistema de  representación proporcional" y que designarán a un presidente de la comunidad "entre sus miembros". Es un artículo expresamente  diseñado para Galicia, Cataluña y Euskadi, grupo al que se sumó Andalucía pese a incumplir los requisitos  de la Constitución. Tras completarse el cachondeo del café para todos, el Tribunal Constitucional dictaminó que el 152.1 se aplica a todas las autonomías.

plica a todas las autonomías. Feijóo sostiene que en Cataluña debe gobernar Inés Arrimadas, con su 25% de los votos y con como mucho el respaldo de 57 de los 135 diputados, contando con que el PSC de Iceta le apoyaría, pese a decir lo contrario en campaña. Para ello tendría que haber un sistema presidencial y mayoritario, en vez del parlamentario y proporcional consagrado en el 152.1. Y sin tener en cuenta que el cambio del sistema electoral modificaría el panorama, pues con uno mayoritario  Puigdemont y ERC se habrían presentado juntos y si no lo hicieran, los votantes habría tendido a concentrar más su sufragio, como ocurre, por ejemplo, con la izquierda portuguesa en las municipales en las que se elige directamente al alcalde, sistema este el luso que acostumbra a elogiar Feijóo. 

Como dijo el miércoles Felipe González, la Constitución se cita mucho y se lee poco. Así que su defensa de la lista más votada le queda muy bien a Feijóo en la nueva gira triunfal por los medios de Madrid que comenzó esta semana con una entrevista en la emisora de radio de los obispos y una comparecencia nocturna en el canal 24 horas de TVE. En el ambiente planeaba la crónica del pasado domingo de la más solvente analista política madrileña, Lucía Méndez, que se hacía eco en El Mundo de la demanda en las filas populares de que barones como Feijóo y Alonso se incorporen al Gobierno. El poner al político gallego, con su única mayoría absoluta de la España autonómica, al nivel del vasco, que empeoró en 2016 el resultado anterior, parece un eufemismo de un posible plan para sustituir a Rajoy en un PP en el que impera tanto la ley del silencio que nadie abrió la boca en la junta directiva del lunes, pese al estado de pánico general por la escalada naranja en las encuestas. 

Quizá para curarse en salud el portavoz oficioso de Feijóo se apresuró a aclarar esta semana que su jefe no va a participar en ninguna conspiración contra Rajoy. Y de hecho, en Madrid defendió al Gobierno, aunque criticase una falta de pericia que permitió a Cs capitalizar lo que él considera una buena gestión del conflicto catalán.

Tras la maniobra de ocultamiento que hizo la dirección española del PP el año pasado, para esconder que el triunfo de Feijóo había salvado a Rajoy, ahora al presidente de la Xunta se le ve encantado ante los focos madrileños. Tras el hundimiento de los de la Moncloa y la calle Génova por el 21-D y la continua erosión por la corrupción, él  juega la carta de que sea el pontevedrés el que le llame, para poder decidir si acude a Madrid como el redentor, con el eventual compromiso de ser el próximo candidato. En la naturaleza de Rajoy está el resistirse hasta el final. A ver qué hace el CIS en febrero con su encuesta, si se suma o no el nuevo inflado demoscópico de Ciudadanos que ya publicaron El País y ABC. De momento, Feijóo vuelve a estar en el Guadarrama. La última vez que llegó hasta allí le hicieron retroceder con sus fotos con Marcial Dorado.

Bancada de la oposición en el Parlamento gallego. AEP

En esta legislatura la oposición por lo menos no se desgasta ella sola

En lo único que va de legislatura la oposición ha mejorada un poco. Sigue sin ejercer como tal y su labor de control y desgaste de la Xunta casi brilla por su ausencia. Pero al menos, salvo casos aislados como el lamentable tuit de Carmen Santos, no se erosiona a sí misma como en los tiempos de Pachi y de Beiras, cuando si histrionismo alimentaba el juego favorito de Feijóo de hacerse la víctima


Caballero II (r) y la ficción de que lidera el PSdeG

A Gonzalo Caballero, Caballero II (el rebelde), le ha venido muy bien el calendario de los congresos provinciales del PSdeG-PSOE, en este momento en el que, en vez de eliminar una estructura territorial que compromete seriamente sus opciones de afianzarse, las direcciones de A Coruña, Lugo, Ourense y Pontevedra se consolidaron aún más, con la elección directa de su secretario general por la militancia. Para Caballero II (r) ha sido una bendición que el último acto del que en conjunto ha sido para él un via crucis se desarrollase este sábado en Ourense, la única circunscripción en la que se impuso el aspirante que patrocinó, el alcalde de Amoeiro, Rafael Rodríguez Villarino. 

Gonzalo Caballero

Después de que el candidato de Caballero II (r) quedase de tercero en Lugo, perdiese en su provincia, Pontevedra, y sufriese una clara derrota en A Coruña, Ourense volvió a demostrar que va a su aire en la política gallega, esta vez, al contrario de lo habitual, en sintonía con el sector oficial en el partido en Galicia. La tradición indica que Villarino más que de Caballero II será primero de Ourense, pero para el líder del PSdeG se trata de la primera alegría interna que recibe después de su victoria de las primarias de octubre y del posterior congreso del que salió más debilitado de lo que entró, debido a su renuncia a integrar incluso a parte de quienes le apoyaron.

La foto de la victoria de Ourense refuerza la ficción de que Caballero II (r) lidera el PSdeG. Es una ilusión en primer lugar porque el PSdeG no existe como tal, sino que es la agregación de las cuatro taifas provinciales, en las que la influencia del secretario general gallego resulta más bien escasa. Sin embargo, se percibe un esfuerzo externo e incluso también interno por consolidar la imagen de que sí es el líder. A él contribuyó Feijóo concediéndole una audiencia, en la que ambos simularon que se ocupaban de las grandes cuestiones de Galicia y al término de la cual el presidente de la Xunta lo señaló prácticamente como jefe de la oposición, lo que era una forma de ponerle el dedo en el ojo a Luís Villares, de En Marea, y también al tío de su sobrino, Caballero I, el alcalde de Vigo, el verdadero enemigo que reconoce Feijóo en las filas de la oposición, aunque últimamente haya desistido de intentar liderarla en Galicia tras sus repetidos intentos fallidos de someter al PSdeG.

La maquinaria de propaganda de la Xunta, privada y pública, también parece dispuesta a contribuir a darle carta de naturaleza a una jefatura al frente del PSdeG que no le inquieta. E incluso hay gestos de distensión internos, como el mensaje de hiperbólica loa a Caballero II (r) que se emitió esta semana desde la nueva dirección provincial coruñesa o el anuncio de que Caballero I presentará a Caballero II en un desayuno el jueves.

Parece un intento de mantener la paz interna que tanto necesita el PSdeG para afrontar las municipales. Después llegarán las primarias de las autonómicas, a las que podría optar el barón coruñés, Valentín González Formoso, seguramente si Feijóo se va a Madrid, pues de lo contrario, lo más probable es que se vuelva a presentar en Galicia. Por ahora Caballero II (r) necesita que no haya un conflicto interno que ponga a prueba su condición de líder del PsdeG
 

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