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Ourense is different

En el alborotado PSdeG de la guerra familiar de los Caballero, la provincia del clan Baltar se convierte en el bastión oficialista, en vez de ser un foco de disidencia como es más habitual

Rafael Rodríguez Villarino. EFE
photo_camera Rafael Rodríguez Villarino. EFE

SI EN LAS primarias del socialismo ourensano se hubiera impuesto la diputada disidente Noela Blanco, partidaria del derrotado Díaz Villoslada en la carrera de octubre a la secretaría general gallega, esta crónica se hubiese titulado "Gonzalo sin tierra", pues habrían perdido en las cuatro provincias los candidatos apoyados por el líder del PSdeG, Gonzalo Caballero, Caballero II (el rebelde). Ourense habría supuesto para él un negro colofón sobre la parte fundamental de la competición por el poder territorial en el partido que se resolvió ya hace unas semanas en las circunscripciones atlánticas y más pobladas, con las respectivas victorias de los barones provinciales Valentín González Formoso en A Coruña y Abel Caballero, Caballero I en Pontevedra, aunque éste lo hiciese por la vía interpuesta de su antiguo jefe de gabinete David Regades.

Pero Noela Blanco, la hija del histórico dirigente del sindicalismo nacionalista de Ourense Etelvino Blanco, no sólo no venció, sino que recibió una paliza en la segunda vuelta, a manos del alcalde de Amoeiro, Rafael Rodríguez Villarino, el candidato apoyado por Caballero II (r), que se impuso por 663 votos frente a 352. Esta diferencia contrasta con la corta distancia que hubo en el primer turno, de 427 votos contra 336.

Todo indica que el ensanchamiento de la brecha entre los dos aspirantes a dirigir el alicaído PSOE orensano que se explica por el trasvase hacia el alcalde de Amoeiro de los 307 sufragios que recibió hace dos semanas el candidato que entonces quedó eliminado, Pachi Vázquez, el antiguo barón del socialismo de la provincia, hundido tras su catastrófico paso por la secretaría general gallega y por sus problemas con la justicia, pues está pendiente de ser juzgado por enchufes masivos de sus tiempos de alcalde de O Carballiño . Sin embargo, él, fiel a su leyenda de O xabarín do Carballiño, se niega a enterrar el hacha de guerra.

Como ocurre en el PP de Ourense, en el que todos sus dirigentes fueron baltaristas en algún momento y la cuestión es si lo siguen siendo o no, en el PSOE también todos fueron pachistas. Noela Blanco lo dejó de ser ya hace algún tiempo, pues el año pasado apoyó a Leiceaga en las primarias para la candidatura a la presidencia de la Xunta, en vez de seguir la línea oficial de respaldar a Méndez Romeu. El distanciamiento del alcalde de Amoeiro con Pachi es mucho más reciente y reflejaba un cisma en el núcleo duro del pachismo, que, sin embargo, parece haber reconstruido su unidad en la segunda vuelta de las primarias para que Rodríguez Villarino sea ungido como el heredero y nuevo barón provincial socialista.

Villarino forma parte de la ejecutiva gallega del PSdeG, lo que lo convertía en la última esperanza en las elecciones provinciales para Caballero II, después ser vencido por su tío Caballero I en su territorio, Pontevedra, sufrir una severa derrota en A Coruña y ver como su candidata quedaba de tercera en Lugo.

Ourense es con frecuencia en los partidos la provincia rebelde, como sucedió con los Baltar en el PP, tanto en la era de Fraga como en la de Feijóo, o con los pachistas en el PSdeG en la etapa de Besteiro. También fue el epicentro de la primera crisis de Age, la antecesora de En Marea, con el caso de la diputada Carmen Iglesias, que no renunció a su escaño y acabó en el grupo mixto.

En el socialismo gallego sucede ahora todo lo contrario, pues se trata de la única provincia en la que han vencido los oficialistas, aunque seguramente Villarino será primero de Ourense y después de Caballero II (r). En cualquier caso este último tuvo ayer su única alegría, que maquilla pero no compensa los batacazos de las otras provincias, que lo dejan bastante debilitado.

Las lecciones gallegas que deja el auge del voto exterior catalán
En las catalanas de 2006 se escrutaron 22.658 votos del exterior y en las gallegas de 2005, 105.852. En las catalanas de este año hubo 27.229 y en las gallegas del año pasado, 10.777. Al auge catalán ayudan el procés y el tener un censo más europeo, pues la cercanía ayuda a respetar los plazos de envío, casi imposibles desde muy lejos. Pero también se ve lo inflado que estuvo el voto exterior gallego.

Un año más a la espera de una Galicia bien planificada
Hace no muchos años, ya durante la crisis económica, iba con bastante frecuencia a Lisboa, tomando el tren en la estación de Porto Campanhã, donde aparcaba el coche. Al calcular el tiempo que me iba llevar desde Santiago al principio siempre dejaba un margen algo amplio por si me pillaba un atasco en el puente de Rande. Pero nunca me encontraba ese gran embotellamiento del que se hablaba en los medios, ni cuando iba a primera hora, ni a media mañana, ni al mediodía. Así que le pregunté a uno de los políticos que habían participado en el largo proceso que llevó a su ampliación y que empezó en los tiempos de Zapatero. Me contó lo que ya sabía, que el colapso sólo se daba en algunos días concretos del verano, especialmente después de que la crisis hubiese reducido el tráfico.

Es muy difícil encontrarle la suficiente utilidad social a la obra inaugurada ayer, sobre para todo el conjunto de los usuarios de la AP-9 que las pagarán con la subida de los precios de los peajes. Pero ahí no está el verdadero problema, sino en que lo que tendrían que haber presentado ayer Rajoy y Feijóo en la ría viguesa debería haber sido la primera red de cercanías ferroviaria de Galicia, con un servicio constante y asequible entre Pontevedra y Vigo, lo que supondría empezar a darle un verdadero giro a la política de transporte en Galicia.

Todo esto recuerda a lo que pasó con el aeropuerto de Lavacolla. Cuando lo que se necesitaba era un apeadero del Eixo Atlántico ferroviario, que discurre a no muchos kilómetros de distancia, lo que se hizo fue construir una terminal nueva, pese a que la vieja daba servicio razonablemente. Y el tren ni está, ni se le espera, no vaya a ser que al ponerlo se vea lo superfluo que es contar con tres aeropuertos liliputienses. La falta de planificación de país también aparece inmediatamente cuando se reflexiona sobre la que fue la noticia del año en Galicia, esa que no aparece en el texto del triunfalista balance que hizo público ayer el secretario general del PPdeG, Miguel Tellado, y que no debería faltar en el mensaje de fin de año que hoy efectúa Feijóo.

Se trata de los incendios forestales, que, en tiempos de gran variabilidad meteorológica y de acusados efectos del cambio climático, generaron este año la más grave crisis desde la de 2006, la de los tiempos del bipartito. Hubo casi 50.000 hectáreas ardidas y cuatro personas fallecidas en poco más que un fin de semana, el del fatídico domingo 15 de octubre cuando, según reconoció el propio presidente del a Xunta, Galicia estuvo al menos medio día a merced del fuego sin control, con una situación de peligro en su mayor ciudad, Vigo.

La decisión del PP de impedir que Feijóo y Alfonso Rueda, responsable de los servicios de emergencias, comparezcan en la comisión parlamentaria de estudio de los incendios muestra el tamaño del interés de la Xunta en extraer conclusiones de lo sucedien cólera ante tal decisión de la mayoría.

Este contexto no parece el más adecuado para que se logre el consenso que sería necesario para pactar el nuevo Plan Forestal, en un año el de 2018 en el que va a entrar en vigor la nueva legislación portuguesa para reducir la presencia del eucalipto.

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