Opinión

Valentía y cobardía

DESDE ARISTÓTELES, que es el defensor del justo medio, sabemos que el valor es la temeridad por exceso y la cobardía por defecto. Esta misma idea la sostuvo Miguel de Cervantes.

Ser valiente consiste en superar el miedo y ser cobarde en no poder superarlo. Donde no existe riesgo o peligro, las categorías de valor y de miedo no tienen trascendencia alguna.

No todo riesgo exige un grado extraordinario de valor; pero sin asumir riesgo alguno, el valor no interviene ni participa.

Tener valor es arriesgarse; ser cobarde es esconderse o inhibirse de todo riesgo real o posible. El valor radica en la confianza en uno mismo; la cobardía en desconfiar del propio valor.

Cobarde es el que carece de valentía para realizar una acción de riesgo o para afrontar una situación que supone un desafío complejo o que acarrea algún tipo de peligro.

Como dice Séneca, "no nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles; son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas".

Por su parte, Clemenceau sostiene que "es preciso saber lo que se quiere; que cuando se quiere hay que tener el valor de decirlo y que, cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo".

En suma, la valentía no es la ausencia de miedo sino la fortaleza de seguir adelante a pesar del miedo, confiesa y reconoce Paulo Coelho.

También, refiriéndose a ambos sentimientos, Enma Donoghue dice que "miedo es lo que estás sintiendo; valentía es lo que estás haciendo".

Los actos más heroicos los han realizado no las personas más valientes, sino las más atrevidas y lanzadas, sin tener en cuenta los obstáculos y la resistencia ofrecida. Actúan, por decirlo así, contra viento y marea. En estos casos, se valora más lo que hacen que cómo lo hacen y por qué lo hacen.

Al que no se moja, no le lleva la corriente; pero quien se expone corre el peligro de ahogarse, por lo tanto, sólo el que no se arriesga no corre peligro alguno pero la vida es, precisamente, lo contrario, es decir, prevenir y evitar o, en su caso, vencer la cobardía.

En definitiva, la vida es arriesgada; pero nadie está obligado, sin motivo, a arriesgar su vida. Frente a la inacción, como garantía de seguridad, es de citar la frase de Marco Aurelio sosteniendo que "el bien y el mal del animal político que somos no radica en la pasividad, sino en la actividad; al igual que la virtud y el vicio no residen en estar pasivos, sino activos".

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