LOS pronósticos de un otoño complicado para el Gobierno de Pedro Sánchez y para la situación general tuvieron ayer varios indicadores de confirmación. Los malos datos del paro son solo de un mes. No pueden tomarse todavía como muestra de esa desaceleración de la economía que algunos anuncian como algo más que un riesgo en marcha. La ministra de Economía no ve motivos para corregir las previsiones de crecimiento. La aprobación de los Presupuestos para 2019 se complica. Tanto como recurrir, para la explicación, a la pinza que puedan aplicar PP y Ciudadanos, habría que hacerlo a la realidad de los apoyos parlamentarios del Gobierno. Y hasta los datos de la cifra de los muertos en carretera son desgraciadamente malos. Para cerrar esa jornada de no buenas noticias, estuvo la escenificación plasmada por el presidente de la Generalitat desde un teatro. El altavoz que colocaron para toda España en directo los medios públicos estatales al discurso del presidente de la Generalitat pudo hacer sospechar que se anunciaría algún fruto de la nueva política de Pedro Sánchez con el nacionalismo catalán. ¿Llegaba la hora del diálogo y del abandono de posiciones maximalistas? No hubo señal alguna, todo lo contrario, de que se haya avanzado nada ni de que exista voluntad desde el secesionismo de superar o aparcar la ruptura como única opción. Torra se situó en el 1 de octubre del año pasado, reiteró posiciones e hizo un anuncio sobre la no aceptación de una sentencia condenatoria para los políticos catalanes presos. Ahora están en cárceles catalanas que dependen de la Generalitat. El curso político en Cataluña es de la movilización permanente, de intensificación de la acción, también en el exterior, con fechas clave, y a la espera del juicio y la sentencia para los políticos presos. La respuesta de la portavoz del Gobierno fue rápida. Pero no respondió al anuncio de nuevos choques que formuló el presidente catalán. O hay canalaes de negociaicón ocultos o el discurso de Torra es el anuncio de vía muerta para el diálogo.
