Opinión

Debate sobre la mili obligatoria

 

PARECE UN exceso identificar militarización de la sociedad con el regreso en algunos países al servicio militar obligatorio. La crisis económica, con el efecto del paro, y, según la explicación de Macron en Francia, una vía para establecer el compromiso de los ciudadanos con la defensa, y los conocidos como valores de la República en el caso francés, frente al terrorismo por ejemplo, pueden tener mayor peso que un hipotético planteamiento militarizador.

Hay ciertamente una percepción de que los riesgos para la paz aumentan en el mundo. Hay unas invitaciones impositivas hacia el gasto en armamento, que transmite de forma reiterada la administración Trump a sus socios europeos en la Otan. En cualquier caso, el debate está abierto en la sociedad. Es bueno que las voces diferentes se puedan oír. Y se escuchen unas a otras. También la gran utopía de una sociedad sin armas, que ya estaba en los profetas bíblicos, o el ideal filosófico de la paz perpetua, como los referentes históricos, inclúyase un Churchill en actualidad cinematográfica y literaria, que propugnaron la fortaleza militar para asegurar las libertades frente a amenazas como las del nazismo.

No parece que la sociedad española, la gallega y la lucense estén por la opción de volver a una mili obligatoria. Es ciertamente un asunto diferente al de la calidad y potencialidad de las fuerzas armadas.

Arrojarse lenguas
Es nocivo un debate permanente sobre la enseñanza y el empleo de las diferentes lenguas que pueda haber en un país. Instrumentalizarlas en una competición electoral, más que votos va a traer problemas. Habrá que mirar modelos de paz lingüística —como Suiza— y no de segregación y conflicto. ¿Quién destapa estas cajas de truenos?

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