Opinión

Diagnósticos pendientes

EL CONSELLO DA Cultura Galega acaba de presentar un informe que aporta una radiografía del momento por el que atraviesan los diversos sectores culturales gallegos, incluidos los medios de comunicación. Es una tarea de su competencia, que debería aprovecharse como herramienta para la elaboración de las políticas lingüísticas y culturales.

Este informe exigiría ahora, y antes de nada, una lectura sosegada, sobre todo por parte de las autoridades y los responsables políticos en materia cultural; tras ese paso, una reflexión crítica —no autodestructiva— y un debate con propuestas y objetivos definidos. La cuestión de fondo y real es la lengua. Es si está o no cuestionada la política lingüística y cultural que se vino practicando desde la instauración de la autonomía. No es un asunto de un partido ni un momento: es todo el trayecto. No vale el falso termómetro de silencio o protesta de los ‘agentes culturales’. El indicador que puede medir los resultados y la eficiencia de esa política es el número de gallegoparlantes —si se ha incrementado o no—, la presencia de esta lengua en la vida familiar y social de las nuevas generaciones, el incremento o no del número de lectores en gallego —no el número de ediciones: la impresión de libros en latín no supone resucitar la lengua—, el perfil de las audiencias de los medios audiovisuales, la presencia del teatro y los espectáculos en gallego por todo el territorio, las traducciones al y del gallego, y las competencias definidas de cada uno de los organismos oficiales, o con presupuesto público, que se ocupan de la lengua y la cultura del país.

Algún criterio de eficiencia habría que aplicar y no principalmente por el número de publicaciones impresas que se realice. Sería tramposo. Algún interrogante habrá que abrir después de treinta años de radiotelevisión gallega. Y alguna decisión habría que tomar de forma suprapartidaria. No será.
 

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