Opinión

El móvil, fuera de las aulas

FRANCIA YA prohibió para este curso que los alumnos entren en clase con el teléfono móvil. España lo estudia. ¿Qué razón hay para trasladar a los centros la decisión? Es una opción que contempla el Ministerio de Educación. ¿Hay que entenderlo como una forma de no afrontar el problema? No hay razón alguna que justifique que los alumnos asistan a clase con cualquier tipo de aparato electrónico que no responda a un planteamiento académico. El teléfono móvil dentro de las aulas, sin capacidad real del profesor para impedirlo, es un reflejo de ciertas pérdidas, algunas fundamentales, en lo que ha de ser el ambiente de una clase en cualquier nivel de la enseñanza. No debería haber concesiones ante ciertas simplezas que afectan negativamente a la convivencia, a la autoridad del profesor, a la atención, a la formación y adquisición de conocimientos. Es para eso justamente por lo que hay una enseñanza que es obligatoria.

DIMISIÓN
La dimisión —cese— del director de Ciculación de Renfe, Antonio Lanchares, parece una señal postiva de cambio en la vergonzosa posición de cerrazón que tanto Renfe como Adif y el Gobierno mantuvieron hasta ahora sobre la tragedia de Angrois, que costó 80 vidas. Las responsabilidades penales, si las hay, le corresponden obviamente a los tribunales de justicia. Pero, como acaba de suceder en Vigo con el accidente de O Marisquiño, la labor judicial no puede servir como pretexto para la inhibición en las responsabilidades políticas o de gestión. Es una forma de silenciar y de ocultar la información que se debe al ciudadano. Este cese, como otros que podrían producirse en Adif y Renfe por ese accidente, no supone prejuzgar o sentenciar a nadie.Pero no podrá negarse la ineficiencia en la gestión.
 

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